sábado, septiembre 20, 2008
EE.UU.: "rescate amplio" y socialización de pérdidas
En qué quedamos? El Estado ha sido, desde hace casi 30 años, en el lenguaje del poder, el gran impedimento (o el gran impedidor, lo mismo da) para que los habitantes del planeta alcancen prosperidad y felicidad. Más aún, supremo ejemplo de egoísmo en una creación del hombre, había sido responsable -se nos dijo- de casi toda guerra y tragedia ocurrida desde los Tratados de Westfalia en el siglo XVII, que dieron forma al estado moderno.
¿Qué mejor promesa entonces que anunciar que se lo haría cuasi desaparecer, liberando las energías de los ciudadanos?
Esta argumentación fue común a dictaduras militares -como la Argentina 1976-83- o gobiernos de extracción legítima como los de los ocho años de Ronald Reagan en la Casa Blanca, a partir de 1981, a quien puede asignarse el liderazgo de la ideología "anti-estatal" en escala popular.
Esta melodía sufre ahora una seria disonancia: George W. Bush, un presidente que se reivindica como discípulo de Reagan, acaba de admitir en Washington, que solo el Estado es capaz de extraer a su país de los resultados de la tormenta que atraviesa el sector financiero. Poco antes su secretario del Tesoro, Henry Paulson, había advertido que aunque el rescate iba a demandar "cientos de miles de millones de dólares", la alternativa al mismo -presumiblemente dejar que el incendio financiero se consume- "sería más cara".
Los comentaristas ironizan con que, socializando de este modo las pérdidas de los banqueros, aseguradores y otros, Bush -ahora con el Congreso- está a punto de transformar el país en los "Estados Unidos Socialistas de América". De a poco lo había venido haciendo desde hace más de un año la Reserva Federal con Ben Bernanke a la cabeza, pero la escala de la crisis se ha ido de toda proporción y se necesitan leyes para proceder al rescate. Bernanke es considerado uno de los expertos de la devastación económica y financiera de 1929, así que sabe mejor que nadie lo que hay en el horizonte.
¿En qué quedamos entonces?
Realmente en nada nuevo, porque si uno se abstrae del discurso teológico sobre el mercado, encontrará amplio precedente para el curso que ahora propone Bush: que los fondos del fisco sirvan para comprar las deudas incobrables que están atosigando la economía estadounidense y, por extensión, la global. Otras crisis financieras anteriores han sido resueltas del mismo modo, por vía de la socialización de pérdidas.
En Estados Unidos, un antecedente directo del programa que ahora intentan transformar en ley en Washington, es el de la crisis de las llamadas Savings & Loan (Sociedades de Ahorro y Préstamo) que complicó los '80 y los '90 y que causó un crónico déficit presupuestario en la segunda de esas décadas. Más de 700 entidades fallidas fueron compradas entonces con dinero fiscal a través de una corporación pública conocida como RTC (siglas para Resolution Trust Corporation), en un conjunto de operaciones que les costó a los contribuyentes 124.000 millones de dólares. Aunque no hay una estimación cierta o confiable, las cifras que se asignan a este rescate están en el orden de los 600.000 millones de dólares, siempre y cuando el Estado pueda revender a precios razonables los préstamos devaluados que adquirirá en breve.
Esta solución del "rescate amplio" fue defendida recientemente en forma pública por dos popes económicos. El primero de ellos es Paul Volcker, ex titular de la Reserva Federal; el segundo es el antiguo secretario del Tesoro Paul Brady. A este último se lo puede recordar porque ayudó a socializar otra crisis, la de la deuda externa latinoamericana en los años 80 a través de la creación de los bonos que llevaban su nombre, con los que quitó a la región endeudada toda herramienta de confrontación. Aquel "rescate" no costó demasiado. Luego, en 1998 llegó el rescate del fondo de inversión LTCM (Long Term Capital Management) que tenía dos premios Nobel de economía entre sus directivos y acostumbraba a pagar dividendos de hasta 40 por ciento anuales a sus inversores. Y más tarde Enron, el colapso de la llamada "nueva economía". Uno puede encontrar la misma fórmula, el dinero estatal salvando a banqueros en Japón --años 90-- y aun en Suecia, a comienzos de esa misma década.
Ahora se predice que --cuando el vendaval presente se detenga-- vamos a ver amanecer sobre un mundo diferente en el que las relaciones de poder se ajustarán a la realidad post-Lehman, como la bautizaron algunos. Habrá más regulación del sistema, afirman, para evitar que la codicia siga enseñoreándose. Pero ¿será así?
Esto último requeriría un cambio cultural antes que nada que es muy difícil de prever. Un ejemplo: parte del paquete conocido ayer fue la suspensión de la llamada "venta corta" de 799 activos financieros. ¿Qué es esto? Se trata de los inversores que apuestan contra determinadas acciones y que las venden antes de poseerlas porque creen que su precio caerá y podrán comprarlas luego a un precio inferior que permita la ganancia. ¿Desparecerán estas prácticas codiciosas? ¿La alegría de los mercados financieros en todo el mundo ayer, ante el rescate estatal, lo permitirá? Nouriel Roubini, el académico economista de la Universidad de Nueva York al que se le reconoce haber anticipado esta crisis en el 2006, dice ahora: "Este puede ser el fin del imperio estadounidense".
Por Raúl Cardoso. (Fuente: Clarin)
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