lunes, julio 30, 2007

China: ¿el paraíso o el infierno?

Que el feng shui, la acupuntura, el tai chi chuan y el idioma chino hayan atraído la atención de los latinoamericanos no es pura casualidad, por el contrario, el auge de costumbres orientales en Sudamérica y el Caribe tiene una explicación concreta: el afianzamiento de las relaciones político-comercial entre la República China y la región. Sin embargo, la intención del "gigante" asiático de aliarse políticamente y de aumentar el flujo comercial con parte del continente americano preocupa no sólo a Estados Unidos, sino que los industriales latinos advirtieron a sus respectivos gobiernos de los daños que sufrirían sus empresas ante una andanada de productos chinos en el mercado interno.
Pero, es casi una pregunta obligada, porqué la futura potencia mundial, según expertos, está tan interesada en Latinoamérica si hace poco la denostaba y, por otra parte, qué beneficios o perjuicios obtendrían los gobiernos de Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia si el régimen comunista continúa por esta senda.
La producción de materia prima y los recursos naturales responderían al primer interrogante. El vertiginoso crecimiento industrial de China demanda productos primarios para poder mantener su producción y la región es la principal proveedora de esos bienes.
Según datos estadísticos, Brasil y Argentina duplicaron sus exportaciones de soja, en parte por las cosechas récord, mientras que Chile incrementó sus envíos de cobre, en los últimos años, al continente asiático.
Además, el empresariado oriental considera que la región es una vía directa para llegar al mercado norteamericano, principal comprador de sus productos. Tal es así que los empresarios llaman puerta trasera a la región.
Sin embargo, el principal objetivo del régimen pasaría, en primera instancia, por el plano político y, después, al comercial, a contramano de lo que opinan los especialistas en política internacional.
El periodista, Andrés Oppenheimer, acaba de publicar en su libro “Cuentos Chinos” un texto que le envió el Ministerio de Relaciones Exteriores de China ante la pregunta del escritor sobre cuál es el verdadero interés que tiene el gobierno comunista por la región y la respuesta refuerza la observación del párrafo anterior.
La carta decía que el objetivo de China era crear un frente común con América Latina y otros países en vía de desarrollo para lograr una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y detener los embates de Estados Unidos en los temas que preocupan, como los derechos humanos o la ocupación del Tíbet. Y, por otro lado, contrarrestar la influencia que mantiene Taiwan, uno de sus adversarios, con doce países latinoamericanos.

Beneficios y perjuicios.

El aumento de las exportaciones, como señalamos al principio del texto, de granos y minerales mejoraron notablemente las balanzas comerciales de los países remitentes y a sus respectivas economías, esto no está en discución.
Por ejemplo, Argentina tenía un saldo deficitario de 484 mil millones de dólares en su balanza con China, en 1999. En cambio, el cierre del ejercicio de 2006 finalizó con un superávit de 351 mil millones.
Ante este panorama, varios líderes argentinos ven truncados sus sueños de que el país abandone el estatus de productor de materias primas para transformarse en un productor de bienes con mayor valor agregado, para competir cabeza a cabeza con las principales economías mundiales y, además, consideran que de seguir por esta línea, las pequeñas industrias locales del sector terciario seguirán sufriendo los embates del monstruo oriental, como hasta ahora.
China desplazó a Argentina al segundo lugar de proveedores del codiciado mercado brasileño. Entre enero y mayo las compras a China alcanzaron la rutilante cifra de 4255 millones de dólares mientras que las adquisiciones de Brasil a la Argentina, su principal socio del MERCOSUR, fue de 3864.
Pero eso no es todo, la preocupación de los industriales argentinos se trasladó puertas adentro. La Unión Industrial exhibió un informe donde claramente los productos provenientes de China postergaron a los productos locales en su propia casa. Un ejemplo: las exportaciones desde Shanghai al Río de la Plata aumentaron 563 por ciento en motocicletas, bicicletas y autopartes.
En cambio, la idea de que el continente representa una puerta trasera para que los chinos mantengan relaciones directas con Whasintong es una gran verdad y para que la región la aproveche. China podría localizar sus empresas en suelo latinoamericano provocando una fuerte demanda de mano de obra. La desocupación y pobreza en Sudamérica y el Caribe alcanzan al 40 por ciento de la población.
Igualmente, en el ámbito político, que más le interesa al régimen comunista, Latinoamérica no tiene nada que perder. Actualmente, no tiene peso ni influencia en los organismos internacionales como la ONU, FMI, Banco Mundial, una alianza con China le permitiría recuperar la iniciativa y colocar sus problemas en la agenda mundial.
Está claro que la República China no abandonará este tren de desarrollo, ningún pronóstico señala lo contrario, por tal razón, las relaciones político-comercial con la región irán en aumento. Por otro lado, países como Brasil ya implementaron medidas proteccionistas para salvaguardar a sus industrias, este tendrá que ser un acto a tener en cuenta también por el resto de los gobiernos latinos.

Por Juan Mansilla

viernes, julio 13, 2007

Mercosur: otra vez sopa.


“Que me voy”, “que se vaya”. Los cruces verbales entre los presidentes Lula Da Silva y Hugo Chávez -por la demora del congreso brasileño en aprobar el ingreso formal de Venezuela como socio pleno del MERCOSUR- pusieron al descubierto dos aspectos que alimentaron los recientes roces entre ambos mandatarios: el liderazgo político de la región y las asimetrías económicas que favorecen a los socios “grandes” del bloque comercial.
Vayamos por parte, respondiendo a cada uno de los interrogantes para entender la “pelea” entre Brasil y Venezuela. En primer lugar, ¿la puja por comandar Sudamérica influyó para postergar la decisión de los legisladores cariocas?
Los funcionarios del gobierno de Lula se negaron a aceptar que el motivo de la espera venezolana se deba a una cuestión de liderazgos. Para ellos, como para muchos analistas, las declaraciones del presidente Chávez, quién calificó al congreso verde amarelo de “loros” que repiten los dictámenes de EEUU, después de que los diputados y senadores brasileños pidieran al gobierno bolivariano que revea la decisión de no renovarle la licencia al canal privado RCTV, es la principal causa.
En este sentido giró también el discurso del canciller Celso Amorim, en la cumbre de Asunción, a la que no asistió Chávez de viaje por Rusia, Bielorrusia e Irán, para explicar porqué su país no aceptó el ingreso de su vecino petrolero. Amorim le pidió al propio Chávez que rectificara sus dichos contra el congreso de su país para que éste agilizara el ingreso de Venezuela al Mercado.
Sin embargo, y aceptando como válidos los argumentos de los funcionarios y analistas, no cabe duda que el protagonismo de Hugo Chávez, en el escenario internacional, molesta y mucho a las derechas y empresariado de América Latina, y que éste sea uno de los motivos por los que el poder legislativo de Brasil no haya dado el visto bueno al ingreso.
Justamente, el país gobernado por Lula es considerado un líder continental. Y son pocos los países que gozan de este status: EEUU, China, Rusia e India. Brasil cuenta con casi más de la mitad de la expansión territorial, el producto bruto más alto, la mayor cantidad de habitantes y es el más desarrollado en materia industrial de Sudamérica, entre otras cosas.
Pero a partir del fallido golpe de estado al gobierno de Chávez y de la favorable coyuntura económica por el precio del petróleo, la figura del mandatario bolivariano comenzó a subir escalones en la áspera atmósfera internacional, papel que hasta ese entonces pertenecía exclusivamente a Brasil en nuestra región.
Venezuela pasó de ser un país quebrado a una alternativa, por ejemplo, del ALCA propuesto por EEUU para Latinoamérica, y no sólo eso, destinó parte de sus petrodólares para ayudar a países vecinos en crisis.
El gobierno de Chávez colaboró con Argentina para que superara varios problemas financieros, el envió de divisas al país más sureño del continente igualó a la ayuda que Washington destina a toda la región, por ejemplo.
Incluso, hace unos años atrás las relaciones entre Brasil y Argentina, hoy superadas, no eran tan buenas casualmente por un problema de liderazgo.
Ahora, pasemos al otro punto crítico en cuestión, que es tan viejo como los años de vida del MERCOSUR. Para eso es válido preguntarnos, como lo hicimos al comienzo del análisis, ¿Si el ingreso de Venezuela no está en duda por las reglas económicas impuestas por el bloque?
Y la respuesta es sí. En este aspecto coinciden no sólo funcionarios brasileños sino también venezolanos y analistas.
Además, los números lo dicen todo. 815, son los millones de dólares del comercio argentino-venezolano, con Brasil es cinco veces más,y con ambos Venezuela Tiene déficit.
Chávez está decidido a no ceder en este punto y cuenta con el respaldo de los otros socios “chicos”, Paraguay y Uruguay. Ingresar al mercado en estas condiciones perjudicaría a miles de industriales locales, que no podrían competir con economías más grandes como las de Brasil y Argentina.
Queda más que claro, por más que lo nieguen, que el protagonismo de Chávez irrita a las derechas latinoamericanas y Lula lo sabe, no es casual que desde Europa haya dicho: “nadie hará que me pelee con Chávez que es mi amigo”, y, por otro lado, que las vigentes normas comerciales del bloque benefician solamente a los socios más “grandes”, por ende, las controversias entre Brasil y Venezuela, o cualquier socio, tienen para rato, más allá de que el país de Simón Bolívar ingrese o no al MERCOSUR.

Por Juan Mansilla