miércoles, noviembre 14, 2007

Una cumbre un poco distinta


Esta vez los críticos de las cumbres o reuniones de jefes de estados podrán hacer sus respectivos análisis a medias. Es que la XVII Cumbre Iberoamericana tuvo momentos de alta tensión política.
La cumbre sorprendió a los distintos enviados de medios periodísticos desde su inicio. Muchos de estos periodistas suelen calificar a estas reuniones de poco productivas y aburridas, pero la de Chile claramente ha sido una excepción.
Primero fue la discusión que mantuvieron los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, y de Uruguay, Tabaré Vázquez, dentro y fuera del ámbito de trabajo, que modificó el clima pacífico que se adueñaba del encuentro.
Kirchner salió a cruzar fuerte a su par uruguayo tras conocer la decisión de éste de permitir a la papelera Botnia poner en funcionamiento su planta ubicada en Fray Bentos. El presidente argentino le dijo a Vázquez que con este acto había clavado un puñal en la espalda al pueblo argentino. Las declaraciones del argentino fueron seguidas de cerca por la delegación española, encabezadas por el rey Juan Carlos y el presidente José Luís Rodríguez Zapatero. Tanto el monarca como el Jefe de Estado intervinieron en el conflicto como mediadores entre ambos países, con el objetivo de alcanzar una solución, que a esta altura parece imposible de concretarse.
Tabaré no se quedó atrás y retrucó a Kirchner. Aprovechó su turno para sostener que los cortes de frontera, organizados por los ambientalistas argentinos, son comparables con el bloqueo que los EEUU impuso sobre la Cuba de Fidel Castro.
Sin embargo, no fue el único episodio que se registró durante el encuentro y que llamó la atención de la prensa internacional. La frutilla del postre la pusieron el rey Juan Carlos y el presidente Hugo Chávez durante el último día de sesión. El monarca retó públicamente al mandatario venezolano cuando este último interrumpió reiteradamente a su par español, Rodríguez Zapatero. ¡Por qué no te callas! Retumbó en la sala ante la sorpresa de los presentes.
Pero, ¿Fueron los cruces verbales lo único que sucedió en la cumbre trasandina? Efectivamente, no.
La reunión de Chile abrió la mesa de debates haciendo hincapié en su slogan: “Por una cohesión social mayor”. Y en este marco, hubo distintas visiones de cómo superar las diferencias sociales que predominan en la región. América Latina es la región más desigual del mundo.
Según datos de la CEPAL, 48,6 por ciento es la parte de la renta con la que se queda el 10% más rico de la región. El 10 % más pobre recibe sólo el 1,6 de los ingresos.
La representación española intentó seducir a los demás países con la idea de que es posible disminuir la brecha entre ricos y pobres con una mayor participación del sector privado en el mercado interno. Esta intención no es un capricho ni tampoco una idea descabellada de las autoridades de España. Muchos de los capitales españoles abundan por toda la región, principalmente en economías como la brasilera, argentina y chilena, pero les resulta difícil ingresar o permancer en mercados como el venezolano o boliviano.
Casualmente, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, son países enrolados en el socialismo del siglo XXI, que pregona el presidente venezolano Hugo Chávez. Para ellos, el Estado debe tener control absoluto sobre los bienes económicos de sus respectivos países. De esta forma, según ellos, podrían asegurar una mayor equidad en la distribución de la riqueza.
Por último, los estados “mixtos” dejaron su punto de vista al respecto. Para Argentina, Brasil, Chile, Perú, los recursos deben permanecer bajo el control del Estado y el sector privado.
Al abrir la XVII Cumbre Iberoamericana ante 22 presidentes el rey Juan Carlos de España había hablado de una desigualdad “lacerante” en Latinoamérica. Claro que la solución de este problema quedará para otra reunión y tal vez aquí, los amigos analistas tengan algo de razón, respecto a las cumbres.
Por Juan Mansilla.

viernes, noviembre 02, 2007

Elecciones presidenciales: ¿Por qué ganó Cristina?


Las elecciones presidenciales dejaron un claro e indiscutible resultado: Una aplastante victoria de la candidata del oficialista partido Frente para la Victoria, Cristina Fernández de Kirchner.
Pero, ¿por qué ganó Cristina? Según una encuesta que encargó y después publicó el diario Clarín al Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), la mayoría de los electores que se volcaron a favor de la candidata kirchnerista lo hicieron por que no quieren sobresaltos en la economía y confía en que la senadora va a mantener el actual modelo de gestión.
En sintonía con el resultado del sondeo efectuado por CEOP se expresó también la flamante presidenta electa y varios colaboradores de primera línea del gobierno. En una entrevista televisiva con el periodista Morales Solá, conductor del programa “Desde el llano”, Cristina aseguró que su victoria en las urnas se debe en gran medida a la gestión que lideró el presidente Néstor Kirchner en estos últimos cuatro años.
Sin embargo, el crecimiento anual de un 8 por ciento, el superávit fiscal y el descenso del desempleo, entre otros logros del gobierno, no fueron el único y principal motivo para que la senadora suceda a su marido el próximo diez de diciembre en la Casa Rosada.
Varios son los puntos que debemos analizar y que detallaremos en forma ordenada para llegar a entender por que no hubo necesidad de una segunda vuelta electoral.
En primer lugar, el aluvión de votos que recibió el Frente para la Victoria en las provincias más pobres del país, ubicadas al norte del territorio nacional, y en los grandes conglomerados, como el “gigante” cordón bonaerense, fue decisivo en el conteo final. La gran masa de votantes que propicia el conurbano es clave para cualquier elección y la candidata oficialista llegó mejor a los sectores que pueblan a éste durante la campaña.
La fragmentación de la oposición colaboró, sin dudas, para la consagración de Cristina. Los votos obtenidos por la candidata de la Coalición Cívica (22,9%), Elisa Carrió, y por el candidato de UNA (16,9%), Roberto Lavagna, sólo beneficiaron a la Primera Dama y restaron posibilidades a cualquiera de los candidatos opositores antes mencionados. Si sumáramos los sufragios correspondientes a Carrió y Lavagna hoy estaríamos analizando el ballotage.
Por otra parte, resultó clave el apoyo que los aparatos partidarios brindaron a la formula Cristina-Cobos. Aquí sobresalió el partido justicialista bonaerense. La estructura peronista de la provincia más poblada del país garantizó un triunfo sin sobresaltos al gobierno nacional. También se destacaron el justicialismo santafecino y cordobés, en ambos distritos Cristina se impuso holgadamente. Pero, ojo, no todos los méritos son para el justicialismo, el radicalismo K también aportó lo suyo en esta elección. En Mendoza, por ejemplo, provincia comandada por Julio Cobos, compañero de formula de Cristina, la lista oficialista obtuvo un 60 por ciento de los votos, al igual que en varios distritos gobernados por radicales kirchneristas.
Los logros obtenidos por la gestión de Néstor Kirchner, por último, movilizaron a parte del electorado a inclinarse por Cristina como sostiene el oficialismo, pero de ninguna manera fue la principal causa del triunfo. Si hubiera sido así ¿por qué los sectores medios y altos se inclinaron, en su mayoría, por otras opciones? ¿No son estos los más beneficiados por el modelo actual? Los resultados económicos están a la vista de todos, más si los comparamos con la crisis del 2001. El tipo de cambio vigente y otras medidas resurgieron a la gélida clase media y acrecentaron las divisas de la poderosa clase alta Argentina, pero fueron estos sectores los que le dieron vuelta la cara al gobierno. Como señalamos al comienzo de este análisis, la clase baja respaldó a la candidata oficial. Sin embargo, los que menos ingresos tienen sufren en carne propia una de las consecuencias de la gestión Kirchner: la inflación.
Cristina Fernández de Kirchner ganó bien y se convertirá en la segunda mujer que gobierne a Argentina, esto no está en discución. Las lecturas después de cada escrutinio son muchas, cada cuál hace la que más le conviene, pero quedarse con una sola puede ser un grave error para el futuro.

Por Juan Mansilla.

jueves, noviembre 01, 2007

Hasta la victoria.. a veces

Nuevamente otro estrepitoso fracaso. Nuevamente los partidos de izquierda no han podido llegar a alcanzar un mísero dígito en las recientes elecciones. Exceptuando al Movimiento Sur de Pino Solanas, que superó a Lopez Murphy, las demás listas con las figuritas repetidas de siempre dieron vergüenza y reflejaron la decadencia absoluta de estos partidos con consignas románticas y desactualizadas, tan alejadas de la “clase obrera” y el “pueblo” que dicen representar.
Quizás se deba a un capricho, una cuestión de ego, o simplemente rebeldía, que no haya renovación no sólo en los postulantes sino también en ideas, objetivos y propuestas.
Sería interesante escuchar el análisis, si es que lo hacen, de los diferentes partidos luego de los ya repetitivos magros resultados electorales. Sobre todo porque parecen no querer ver una realidad que está delante de ellos al postularse nuevamente para hundirse en una soledad profunda, un túnel sin salida, que si la tuviera, conduciría a un círculo de perversiones y dogmas totalmente desprestigiados y desmoralizados.

Un gran problema de esos círculos cerrados es que viven una realidad paralela, que se basa en opresores y oprimidos, que piensa que cortando la calle se soluciona todo, que tirando piedras son mas revolucionarios, que prometiendo salarios estrafalarios van a cosechar mas votos.
Y además, es llamativo que el denominado “voto bronca”, siga considerándose un opción viable. ¿Cómo es posible que desde el ceno de partidos tradicionales e históricos no contemplen otras alternativas?. “Vote en blanco o no vote”. Genial. ¿Y después?. “Que se vayan todos”. Hermoso. Pero ¿quién va a gobernar?. ¿El pueblo? ¿los dirigentes de izquierda?. Creo que no hace falta profundizar para darse cuenta que en vez de acercarse al pueblo se alejan cada vez mas con consignas arbitrarias, sin sustento.

Practicidad y Dogma

Mientras los dirigentes se pelean entre ellos por detalles insignificantes, ya sea por tener diferentes lineamientos o venir de distintas corrientes, los ya conocidos políticos de derecha o mejor dicho pragmáticos, hacen sus negocios primero, arreglan sus espacios de poder y lamentablemente ganan. Después dirán públicamente algo contra sus otrora socios, pero todo seguirá igual y en mayor o menor medida serán beneficiados con espacios de poder.
A ellos les encanta que la Izquierda sea así, pues están tranquilos, saben que mas que un par de cortes, actos o movilizaciones no van a lograr. Y se comprobó en diciembre de 2001 que el total de la población sale a la calle sólo cuando tocan su propio bolsillo, nada mas que eso. Lo demás no importa. Esencialmente, el argentino es individualista, piensa en su propio bienestar y reacciona cuando el mismo se ve perjudicado.

Para poder empezar a cambiar la realidad, orientar un mejor rumbo social y político es necesario un proceso de cambio gramsciano: el cambio del pensamiento, la revolución de la mente. Pero es demasiado pedir para un aparato armado, listo para salir a perder, sin cambiar ni un solo hombre, y encerrarse cada vez mas en su propia celda de perdición. Los resultados están a la vista.

Por Matías Tisocco