jueves, enero 17, 2008

Colombia: un nuevo escenario en medio de la guerra


Quien ríe último; ríe mejor, reza un viejo dicho popular. Y vaya sino lo sabrá por estas horas el presidente venezolano Hugo Chávez, que en sólo una semana pasó del infierno al paraíso, después que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) liberaran a Clara Rojas y Consuelo Gonzales, secuestradas desde seis años en plena selva colombiana.
Tal importancia tuvo el punto que sumó el bolivariano, en esta especie de juego que se desató entorno a la liberación de los rehenes, que dejó pasar sólo un día para redoblar la apuesta y presionar al gobierno de su homólogo Alvaro Uribe, al que le pidió que retirara el título de terroristas a las guerrillas FARC y al ELN y se las pase a considerar como fuerzas insurgentes.
Desde comienzo de año, Colombia atraviesa momentos de gran intensidad política, ya que la liberación de la ex candidata a la vice presidencia, Clara Rojas y la ex congresal, Consuelo Gonzales, provocó una oleada de esperanza en la comunidad internacional para terminar con la guerra interna, que lleva casi cincuenta años, y llegar así a un acuerdo de paz que permita la liberación del resto de los secuestrados, unos setecientos civiles según datos oficiales.
Pero conviene realizar una crónica antes de analizar el pedido del venezolano a su par colombiano para desgranar los increíbles días que vivió la querida Colombia, ante la atenta mirada de todo el mundo, sin dejar un solo detalle al azar de cómo sucedieron los hechos desde el principio de la operación Emmanuel hasta llegar a la liberación de las dos rehenes.
Sólo de esta forma podremos explicar porqué Chávez resultó el gran victorioso de esta primera partida y ahondar más en el nuevo escenario político que se instaló en Colombia tras la liberación de Clara y Consuelo.

Escepticismo, frustración y libertad.

El 27 de diciembre de 2007, el mandatario venezolano anunció el comienzo de la operación “Emmanuel” desde Venezuela, acompañado por una comitiva de garantes internacionales, entre los que se destacaban el ex presidente de Argentina, Néstor Kirchner y el asesor de Lula Da Silva para los asuntos regionales, Marcelo Aurelio García, además de representantes de Bolivia, Ecuador, Cuba, Suiza y Francia.
Los medios internacionales transmitieron a sus respectivos países todos los detalles del inicio de la misión. Fiel a su estilo, Chávez no dejó pasar la oportunidad que presentaba la coyuntura mediática para mostrar lo clave que fue su gestión en las negociaciones iniciadas con las FARC.
El protagonismo que adquirió el mandatario venezolano fue una torpeza política y no cayó bien sobre las autoridades colombianas y en muchos de sus adversarios políticos que se lo hicieron saber de inmediato.
La expectativa que generó la operación Emmanuel duró poco tiempo. Cabe recordar, igualmente, que las FARC propusieron liberar a los tres rehenes en un gesto de desagravio al presidente Chávez tras la decisión de Uribe de terminar con su mediación.
Pero las horas pasaban y los problemas comenzaron a surgir ni bien la comisión de garantes internacionales pisó suelo colombiano.
Por un lado, las FARC denunciaban que las operaciones militares en la zona impedían la entrega de las coordenadas, claves para rescatar a los rehenes, y, por su parte, el gobierno colombiano sostenía que se trataba de una vieja maña de la guerrilla para no cumplir con su palabra.
Finalmente Uribe apareció de sorpresa en Villavicencio y declaró que las FARC no entregarían a los rehenes ya que no tenían en su poder al niño Emmanuel, quién se encontraba en un asilo de Bogotá.
La declaración pública sirvió para que la operación terminara de la peor manera: Sin Clara ni Consuelo y con varias dudas respecto al paradero del niño Emmanuel.
Sin embargo, y a pocos días del decepcionante operativo, Chávez sorprendió al mundo cuando anunció que las FARC le habían entregado las coordenadas para liberar a Gonzales y Rojas, que finalmente fueron localizadas en solo veinticuatro horas.

FARC - gobierno: lejos de ceder y a la sombra de Estados Unidos.

Después de este breve recuento, cabe preguntarse porqué tantas idas y vueltas para concretar el intercambio humanitario, cuando hubo vidas humanas que corrían peligro, y, por otro lado, qué se juegan las FARC y el gobierno en esta nueva etapa de negociaciones.
La respuesta es tan sencilla como los interrogantes: las partes en conflicto, es decir, la guerrilla y el gobierno, mantuvieron sus posiciones sin ceder ni un centímetro hasta el final de las negociaciones del operativo Emmanuel y por el momento ninguno amaga con cambiar de actitud.
Este punto sigue siendo el mayor inconveniente para alcanzar el anhelado proceso de paz en Colombia, que permitirá la liberación del resto de los secuestrados y la finalización de los combates.
Desde el gobierno y otros sectores, responsabilizan a las FARC de los males que aquejan a Colombia y la guerrilla culpa a Uribe por no arribar a un acuerdo.
Sin embargo, sostener que las FARC son las únicas responsables del conflicto armado es sencillamente desconocer la historia de Colombia, porque la guerra civil del país tiene a más de un protagonista.
Los enfrentamientos internos datan de 1949, en ese entonces el candidato Jorge Eliecer Gaitán fue asesinado por un grupo de conservadores apoyados por EEUU. La muerte de Gaitán desató la furia callejera que se extendió hasta estos días y en mayor proporción.
Estados Unidos participó de forma permanente en la guerra civil durante todos estos años. Sólo alcanzaría con revisar el último período de gestión del presidente Uribe para constatar el envío de fondos desde el Departamento de Estado con el objetivo de frenar el avance guerrillero por la vía armada en el marco del Plan Colombia, que pregonan ambos socios.
Ahora bien, creer que el gobierno de Uribe no colabora en nada para alcanzar una tregua tampoco es totalmente cierto. Más allá de que la administración central incrementó los operativos militares en las regiones en conflicto, por su parte, las FARC continuaron con sus operativos contra la sociedad civil. La guerrilla jamás dejó de secuestrar ciudadanos inocentes, realizar atentados contra centros civiles e incrementar sus negocios con el narcotráfico, principal base de su sustento.

Fuerzas terroristas o insurgentes; un nuevo escenario.

La liberación de Clara Rojas y Consuelo Gonzales abrió una nueva etapa en las negociaciones como señalamos al comienzo de este artículo y premió a Hugo Chávez, el éxito del intercambio humanitario le dio oxigeno después de la derrota electoral que sufrió en el referéndum constitucional en su país y lo colocó como una figura de peso para la región.
En este contexto, el bolivariano pidió a sus pares Latinoamericanos y a la Comunidad Europea que traten a las FARC y al ELN como fuerzas insurgentes y no grupos terroristas.
¿Por qué lo hizo? Primero, la circunstancias se lo permitieron, después de todo Chávez demostró tener cintura ante las adversidades vividas y logró lo que Uribe y su aliado norteamericano no pudieron con su plan, lograr la liberación de rehenes y, en segundo termino, el venezolano está convencido de que el cambio de status es el único camino posible para que el resto de los secuestrados sean liberados y poder así alcanzar la paz.
Esto no significa que Chávez como han tratado de imponer la mayoría de los medios apoye el accionar guerrillero, a pesar de que mantiene buenas relaciones con los principales jefes del grupo, el venezolano dejó en claro que no está de acuerdo ni con los procedimientos de las FARC ni tampoco con el terrorismo.
Chávez considera que el acuerdo de Ginebra frenaría el accionar de las FARC contra la sociedad civil y le daría al grupo la oportunidad de participar en la política nacional como una alternativa de izquierda.
Igualmente, la propuesta del venezolano no tuvo eco en varios presidentes del mundo, sólo el nicaragüense Daniel Ortega apoyó la iniciativa de su par.
No cabe duda que la iniciativa bolivariana tendrá varias trabas y, por otra parte, que la liberación de más rehenes ingresó en una nueva etapa de negociaciones. Sin embargo, pronosticar que sucederá en el futuro es bastante riesgoso y más conociendo a los actores involucrados en el conflicto, pero de lo que si podemos estar seguro es que un nuevo escenario se ha montado en Colombia y que Chávez tiene mucho que ver en el armado de éste, aunque les pese a sus adversarios políticos.

Por Juan Mansilla