sábado, septiembre 13, 2008

Algo mas que juegos de guerra


La decisión rusa de enviar una fuerza aeronaval de tareas encabezada por el crucero misilístico "Pedro El Grande" a América Latina para realizar ejercicios conjuntos con la Armada de Venezuela se insinúa como algo de mayor importancia que apenas otro juego de guerra.
En verdad -y aunque Caracas y Moscú aseguran que los ejercicios de noviembre próximo estaban previstos hace ya algún tiempo- la situación generada tiene connotaciones de una doble respuesta venezolana y rusa a acciones muy recientes de Estados Unidos.
En el caso ruso, estos ejercicios militares podrían ser una forma de "emparejar" el envío -invocando la entrega de ayuda humanitaria- de buques de guerra estadounidenses a las costas de Georgia, apenas un mes después de que esta república ex-soviética fuese invadida por tropas de Moscú. Vladimir Putin, el primer ministro ruso, había advertido hace unas semanas que Rusia "dará una respuesta" a esa presencia estadounidense.
Para Caracas es una forma de oponer un desafío a la reciente reactivación de la IV Flota estadounidense, que el presidente Hugo Chávez ha denunciado reiteradamente como una amenaza militar para América Latina toda, pero en particular a la soberanía de Venezuela. La determinación de Moscú no está exenta de riesgos. Su fuerza de tareas deberá desplazarse más de 8.000 kilómetros en una ruta en la que tendrá pocos, si acaso alguno, puertos de confianza si alguna de las naves necesitara de reparaciones de emergencia. La flota de superficie soviética tiene limitada experiencia en cubrir esas distancias y, en este caso, será vigilada constantemente por los aviones de vigilancia Orion P-3 estadounidenses.
No obstante, si las naves rusas llegan sin problema, la presencia de las mismas en Venezuela será un recordatorio interesante a Washington de que no tiene la única Armada capaz de operar lejos de su base.
La decisión confirmada por Moscú y Caracas ha reavivado, además, versiones sobre un posible estacionamiento por tiempo indeterminado de aviones de vigilancia marítima rusos en bases venezolanas y también de submarinos del mismo origen en puertos cubanos. Hace no mucho Putin decidió incrementar la cooperación con La Habana.
Si algo de esto sucediera, generaría una situación con lazos evidentes -aunque menos grave- que la que originó en los años '60 la crisis de los misiles entre Washington y Moscú; es decir un escenario símil "guerra fría".
Quizá haya que prestar atención a la advertencia del teórico conservador que impuso en los '90 la idea del "fin de la historia", Francis Fukuyama. Hace algunas semanas recomendó a Washington aceptar el hecho de que el poder global de Estados Unidos estaba reduciéndose y, sobre esta base, renunciar a la pretensión de ser el gendarme planetario y a empujar más hacia el este el club militar de la OTAN.
O quizá haya que pensar que Washington puede llegar pronto a extrañar a la Unión Soviética que Hans Morgenthau calificó, ya en 1969, no como una potencia expansiva sino como "conservadora y defensiva a la que mueven sus intereses nacionales y no la ideología". Aquella URSS parece hoy más fácil de contener que la Rusia del presente.

Por Oscar Cardoso para su blog en la comunidad Clarin.

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