sábado, septiembre 27, 2008
Ecuador decide su futuro
Refundación: el 28 de septiembre será un día clave para Ecuador: la ciudadanía definirá el rumbo de su país aceptando o rechazando la nueva Carta Magna. Si se aprueba el texto constitucional, el Estado ecuatoriano será intercultural y plurinacional. Lejos de ser una simple declaración, el cambio implica profundas transformaciones en la sociedad, la democracia y la economía. La Constitución establece, además, un nuevo nivel de gobierno territorial: el intermedio, que será administrado por las regiones. Serán las propias realidades locales las que definan la regionalización del país. Nace un nuevo concepto de nación que propone la unidad en la diversidad. Con esta concepción de las autonomías, alejada del separatismo de la derecha, se fortalece el Estado y la democracia.
En el proyecto de nueva Constitución política de Ecuador, que será sometido a aprobación popular el 28 de septiembre, la Asamblea Nacional Constituyente incorporó un cambio de gran trascendencia para la vida del país: recogiendo una de las reivindicaciones más profundas de los movimientos indígenas y afroecuatorianos, se pasará del Estado pluricultural y multiétnico de la Constitución de 1998 al Estado intercultural y plurinacional. Esta definición no es una simple declaratoria: implica profundas transformaciones en la sociedad, el Estado, la democracia y el modo de desarrollo.
El proyecto de nueva Constitución establece que los territorios indígenas, afroecuatorianos y montubios pasarán a asumir las mismas competencias del gobierno seccional. Por otro lado se reconoce al Sumak Kawsay o “buen vivir “como el objetivo a alcanzar en el proceso de desarrollo, lejos de los dictados del mercado. La ampliación de los derechos colectivos y el reconocimiento a la justicia indígena en el marco del respeto a los derechos humanos debe garantizarse como una jurisdicción especial.
Además, las nacionalidades y los pueblos indígenas y afroecuatorianos deben ser reconocidos como sujetos de derecho. La nueva carta establece el fortalecimiento de la Educación Intercultural Bilingüe, bajo la rectoría del Estado, y el fortalecimiento de la interculturalidad en el sistema “hispano” de educación, a través de la enseñanza de los idiomas ancestrales. El reconocimiento de la nacionalidad ecuatoriana por nacimiento para las personas que pertenecen a una nacionalidad indígena reconocida en el país y que nacieron en las zonas de frontera, es otro de los cambios. El castellano, el kichwa y el shuar serán reconocidos como idiomas oficiales.
Interculturalidad y plurinacionalidad contra la dominación
La interculturalidad es una dimensión de la plurinacionalidad: un concepto no puede existir sin el otro. La relación intercultural supone el reconocimiento de los demás mientras que un Estado monocultural no reconoce la diversidad de las sociedades, sólo registra una cultura, la dominante. Para este tipo de Estado las otras culturas no cuentan, son invisibilizadas y terminan siendo “integradas” en el marco de una perspectiva homogeneizadora.
En sociedades marcadas por la desigualdad, no se puede pensar la interculturalidad sin tomar en cuenta los procesos de dominación. El diálogo intercultural parte de la premisa del diálogo entre iguales y éste no es posible cuando una de las culturas está subordinada a la otra. El tema de las relaciones interculturales, más que un aspecto antropológico, se convierte en un aspecto fundamentalmente político.
La desigualdad económica está acompañada de profundos procesos de exclusión social, discriminación y desconocimiento de todo otro cultural. De ahí que al hablar de inclusión e integración social se haga imprescindible generar estrategias claras de reconocimiento a la diferencia y a la diversidad, que a la larga conduzcan a generar cambios en las estructuras de poder.
La plurinacionalidad postula una relación distinta entre el Estado, el mercado, la sociedad y la naturaleza. Una relación basada en el sumak kawsay o “buen vivir”.
Unidad en la diversidad
La concepción de la plurinacionalidad, por otra parte, promueve la justicia económica y la igualdad en el reconocimiento de la diferencia. Igualdad y diferencia no son dos nociones contrapuestas, constituyen dos dimensiones de la justicia social.
El Estado Plurinacional supone la construcción de un Estado radicalmente democrático: recupera y fortalece al Estado y la sociedad para garantizar el ejercicio pleno de la soberanía popular. Supone el reconocimiento a las autoridades de los pueblos y nacionalidades, elegidas de acuerdo a sus usos y costumbres dentro del Estado unitario. Reconoce y valora las distintas formas de democracia existentes en el país: la comunitaria, la deliberativa y la participativa nutren y complementan a la democracia representativa, promoviendo un verdadero ejercicio democrático intercultural. La construcción de un Estado radicalmente democrático es la edificación de un Estado policéntrico. Por eso la plurinacionalidad va de la mano con la descentralización y no con el debilitamiento del Estado.
Pensar que la plurinacionalidad implica “crear un Estado dentro de otro” es un mecanismo para garantizar privilegios indebidos; es tan absurdo como pensar que los gobiernos locales de un país son Estados dentro del Estado. El carácter unitario no está en cuestión; se trata de un Estado que reconoce las diversas formas de ejercicio de la autoridad existentes en el país y la capacidad de los pueblos de autodeterminarse, una dimensión clave de la soberanía popular.
Ruptura del concepto liberal de nación
La plurinacionalidad implica una ruptura con la noción liberal de la nación, aquella según la cual a cada Estado le corresponde una nación. El reconocer que un Estado no deja de ser unitario por estar constituido por múltiples naciones es sin duda un avance democrático, pero también un avance teórico-político, basado en la concepción de la diversidad.
La existencia de múltiples naciones conlleva además al reconocimiento de múltiples adscripciones identitarias: el ser indígena y el pertenecer, por lo tanto, a una nacionalidad originaria, no implica dejar de ser ecuatoriano. Por otra parte, la plurinacionalidad conlleva la construcción de una sociedad pos colonial. En el marco de la creación de las repúblicas latinoamericanas, las diversidades fueron consideradas “obstáculos” para el “progreso”. Las elites impulsaron un proceso de homogenización de los sectores subalternos, caracterizados como carentes de potencial político para plantear o constituir un proyecto de país. El nacimiento de la república ecuatoriana estuvo signado por la exclusión de las mayorías en la construcción nacional. El trabajo de la Asamblea Constituyente marca el nacimiento de un nuevo tiempo en Ecuador donde, por primera vez en la historia, la ciudadanía traza su horizonte.
Desde Quito,
Ana María Larrea Maldonado
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