jueves, mayo 01, 2008

Reforma Agraria: ausente en la agenda del gobierno y los ruralistas


Mientras que el gobierno negocia una salida con las cuatros entidades que nuclean al sector agropecuario argentino tras la crisis ocasionada por la implementación de las retenciones móviles a los granos finos, se aleja la posibilidad de que se discuta sobre un tema pendiente en la sociedad argentina: la aplicación de una reforma agraria para contrarrestar a la desigualdad social que se acentúa en el país.
Según datos del último Censo Agropecuario, que data del 2002, de los más de 170 millones de hectáreas productivas en todo el país, 74,3 millones están en poder de tan sólo 4000 dueños. Si se tiene en cuenta que en total en el país hay unos 300.000 productores, apenas 4000 poseen casi la mitad de la tierra.
Por ejemplo, en la región pampeana, donde están las tierras mas cotizadas, hay 4.110.600 hectáreas en manos de sólo 116 dueños. Esa superficie es equivalente a toda la provincia de salta que no es poca cosa.
Pero ahondando en los datos del último censo, llegamos a la conclusión que el 69 por ciento de las explotaciones agropecuarias del país tiene menos de 2000 hectáreas, pero sólo representan el tres por ciento de la superficie total. En el otro extremo, el 10 por ciento de las explotaciones, con más de 1000 hectáreas, acaparan el 78 % de la superficie.
Los datos arrojados por la medición no hacen otra cosa que denunciar la perduración de una brutal concentración de la propiedad (y del uso) de la tierra, que data de la campaña del desierto y que cobró un importante empuje durante la década del noventa.
Durante este último período, los pequeños productores perdieron sus tierras, las que tuvieron como destino a los grandes hacendados. Fue así como la Federación Agraria realizó una investigación en 2002 y llegó al trágico resultado que en el país había 100.000 establecimientos menos que en el censo de 1998, un claro ejemplo de la amezante tendencia.

Medidas que sólo profundizan la concentración de la riqueza.

Las retenciones móviles impuestas por el gobierno, que originaron la protesta más importante del sector agropecuario, dejó a la administración de Cristina Fernández sumida no solo en una profunda crisis que aun no sabe como sortear sino que, además, desenmascaró un modelo, que al contrario de lo que sostenian sus defensores, no redistribuye la riqueza sino que la concentra en pocas manos.
En una entrevista efectuada por el diario Crítica de la Argentina, Eduardo Ascuy Ameghino, director del centro de estudios Agrarios de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, sostuvo que con la suba de los precios internacionales de los últimos años todos en el campo ganaron plata. Pero aclara que a la lluvia de prosperidad “algunos la juntan en palangana y otros en cucharita”
Ameghino, en la entrevista, identificó a tres grandes actores en la cúspide de la pirámide del sector agropecuario y que son los que más rédito sacaron al buen momento que atraviesa el campo: la vieja oligarquía terrateniente, los nuevos capitales del agro, y los llamados pool de siembra.
Por otra parte, el investigador coincidió en que en un contexto de concentración de la propiedad y del uso de la tierra, la suba general de retenciones acelera el proceso. “Las retenciones suben o bajan a todos por igual, lo mismo que los costos en dólares. Pero frente a los chacareros que están más apretados, los grandes tienen vía libre para avanzar”, advierte.
Pero el gobierno y las entidades del campo, durante las negociaciones, hicieron caso somiso a las advertencias parecidas a las de Ameghino, dichos bandos defendieron con los dientes ajustados sus intereses mientras que el tumor de la desigualdad amenaza a los pequeños productores y al resto del país.

Alimentos caros: una oportunidad para los países productores.

Sin pensarlo y en medio de la crisis, estalló la problemática de los alimentos en el mundo que condena a los países pobres, sin recursos, y abre paralelamente una posibilidad de crecimiento para los países productores de dicho bien.
Sin embargo, el gobierno argentino no aprovechó hasta el momento este contexto favorable que se le presenta a su economía y persiste con sus políticas a favor de los grandes grupos económicos, dejando pasar el tren de esta oportunidad única para crecer a mejores tasas y enterrar la desigualdad social vigente que reyna en el país.
Argentina cuenta con todos los elementos para aprovechar estas circunstancias, posee un territorio extenso y con poca población, algo que muchos países como China padecen, tecnología de punta para producir alimentos y un clima acorde para el cultivo de granos, esto no es una novedad para nadie.
Pero como denuncian las cifras del censo publicadas en los primero párrafos, las tierras productivas se encuentran en pocas manos, lo que significa que el entorno favorable solo lo gazarán unos pocos, los de siempre en decir verdad.
Por esta razón es fácil explicar el trágico crecimiento de la pobreza y la indigencia en la tierra de Gardel, la primera alcanza al 30 por ciento de la población según datos no oficiales. La cifra no deja de ser un numero pero molesta, más en un país considerado como un gran productor de alimentos.
Los argentinos pagan un kilo de pan alrededor de cuatro pesos, es decir doce dólares. Un inglés podría comentar que es una locura y en verdad lo es. Pero el irrisorio cuadro tiene una explicación concreta: las tierras productivas del país están inundadas de soja, grano que los argentinos no consumen, mientras falta trigo, maíz, carne, leche, productos básicos para el consumo de cualquier ciudadano de estas pampas.
Ahora ustedes podrán preguntarse ¿Qué tienen que ver las últimas medidas del gobierno con esto y con la hambruna que amenaza al mundo? Mucho, mucho tiene que ver.
Porque como ya señalamos anteriormente, las retenciones móviles liquidan al pequeño productor y concentran las tierras productivas en pocas manos, los pool de siembra. A estos grupos, como a los grandes terratenientes locales, poco les importa la vida de los argentinos y sus dietas, ellos seguirán inundando sus campos de soja mientras ésta les siga rindiendo económicamente. Es decir, la oportunidad que tiene el país de comercializar más alimentos al mundo y bajar los precios de estos para el consumo interno no es un problema para estos grupos.
El gobierno argentino deberá, entonces, analizar seriamente las últimas medidas implementadas si quiere que Argentina ocupe un lugar privilegiado dentro de los países que producen alimentos en momentos que el mundo los demanda, para ello necesitará crear impuestos que beneficien a los pequeños productores, que son los que se ocupan de producirlos, o sino tendrá que repasar la historia de los países desarrollados que aplicaron, en sus difíciles inicios, la reforma agraria.

Por Juan Mansilla.

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