domingo, noviembre 02, 2008

Marx, más vigente que nunca


La semana pasada, un vocero de la editorial berlinesa Karl-Dietz anunció que la obra esencial del filosofo Karl Marx, "El capital", estableció un nuevo record de ventas en Alemania. ¿Casualidad? No, en lo más mínimo.
La crisis financiera que golpea a la superpotencia mundial, Estados Unidos, y al resto de los países del mundo colocó a los pensamientos del escritor germano en el centro de la escena político-económica del mundo.
Marx elaboró una crítica al sistema capitalista liberal, desperdigado por los países industrializados después de la revolución de 1848. Durante ese período, el pensador alemán abandonó su residencia y deambuló por varias partes del mundo debido a sus ideas. Marx anticipó la debacle del capitalismo y a pesar de los años que lleva editado el "Capital", su contenido se adapta facilmente a la actual situación caótica provocada en el centro de las finanzas mudiales.
“No está muerto y hay que tomarlo en serio”, afirmó el arzobispo de Munich, Cardenal Reinhard Marx, en una entrevista al semanario alemán Der Spiegel (El Espejo), al referirse a la teoría del pensador alemán. Además el prelado fue mucho más lejos al sostener que su homónimo tenía razón respecto al capitalismo.
La cita no es menor y contiene un gran significado. Primero porque el Marx de la iglesia es secretario de la Conferencia Episcopal alemana y un teólogo muy cercano y respetado por el Papa Benedicto XVI.
Y, Segundo, porque el Vaticano no ha sido un gran devoto de la teoría de Marx a lo largo de su vida, por lo menos nunca salió en defensa de sus teorias, especialmente durante el período de exilio y pobreza del filósofo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el actual jefe de la iglesia Católica es fiel al conservadurismo y pocas veces se lo escuchó sentenciar al sistema capitalista en sus homilías dominicales o visitas papales, por ejemplo, la última que realizó a Estados Unidos. Por eso es doblemente importante el reconocimiento del cardenal alemán al autor del "Capital".
Tampoco nos debería llamar demasiado la atención el reconocimiento de un miembro de la iglesia al impulsor del marxismo. Los líderes mundiales, defensores del capitalismo liberal, George Bush, Nicolás Sarkozy, impulsaron recetas que nada tienen que ver con las reglas del mercado, las que han defendido a rajatablas durante los últimos diez años.
Seguramente, la quiebra de bancos, los despidos y los desalojos, hizo que estos líderes mundiales se inclinaran por una mayor regulación por parte del Estado en el sistema financiero.
Según algunos especialistas es tan grande la magnitud de la crisis que Norteamérica corre el riesgo de perder el status de superpotencia.
“Estados Unidos seguirá siendo un actor importante pero no podrá reconquistar su posición dominante frente a la multiplicación de los centros de poder, con Europa Occidental, China, Brasil, India”, vaticinó Nikolai Kondratieff, investigador del Departamento de Sociología de Yale y ex presidente de la Asociación Internacional de Sociología.
En la misma dirección, el historiador Eric Hobsbawn sostuvo que la debacle financiera es el equivalente al colapso de la URSS y el final de una era.
Más allá de estos diagnósticos no favorables para los defensores del capitalismo y de las economías de los países desarrollados y en vías de desarrollo, no está claro que sucederá en los próximos años y nadie se anima a arriesgar que pasará con el sistema capitalista.
Lo que si es cierto es que hoy las líneas escritas por Marx son ojeadas por muchos hombres (presidentes, políticos, economistas, curas, ciudadanos) críticos –antes de esta crisis- de su teoría pero que ahora no encuentran otro remedio que darle la razón.

Por Juan Mansilla


Carlos Marx nació en Tréveris en 1818, hijo de un abogado judío. Estudió en Bonn y en Berlín y se doctoró en Jena en 1841 con una disertación sobre la filosofía de Epicuro. En vista del trato de que fué objeto su amigo, el profesor de Teología Bruno Bauer, y en atención a él, renunció a su intento de lograr una cátedra de profesor agregado en Bonn. Marx fué primero colaborador y luego director de la Rheinische Zeitung, hasta que, habiendo sido suprimido este periódico, pasó a París en 1843, y allí, junto con el neohegeliano Ruge, esforzóse por editar los Anuarios francoalemanes. Fué también en Paris donde trabó amistad con Federico Engels.Marx, que en sus estudios se había ocupado principalmente de la filosofía hegeliana, tuvo en Francia ocasión de conocer el socialismo más de cerca. Expulsado del país a instancias del Gobierno prusiano, trasladóse en 1845 a Bélgica, donde, en 1847, publicó contra Proudhon la Misère de la philosophie y, en colaboración con Engels, escribió el Manifiesto del Partido comunista.
La revolución de 1848 llevó a Marx de nuevo a París y a Colonia, iniciando en esta última ciudad la publicación de la Neue Rheinische Zeitung. Allí se agregó a su círculo Lassalle. Expulsado de Alemania y de Francia, Marx pasó a Londres en 1849. En la capital de Inglaterra dedicóse, junto con Engels, al estudio de esta nación, la más avanzada socialmente (1), y de sus trabajos verificados en el British Museum surgieron sus obras más importantes. La familiarización con las condiciones de trabajo de la Gran Bretaña constituye el tercero de los momentos cruciales en la carrera ideológica de Marx.
En 1864 pasó a ocupar un puesto destacado en la Asociación Internacional de Trabajadores, de reciente creación; puesto que abandonó cuando el fracaso de la Commune de Paris, y la oposición interna de los grupos anarquistas acaudillados por Bakunin le hicieron creer inútil la persistencia en la lucha.
Karl Marx, discípulo de Ricardo, vive la primera gran crisis del capitalismo industrial en la década de 1830 y la consecuente crisis política de 1848. Tiene por tanto que dar una explicación de esas convulsiones. La teoría que elabora predice la evolución socioeconómica futura e invita a los trabajadores a participar activamente acelerando la transformación del sistema.

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