miércoles, noviembre 26, 2008
El G-20, El G-21 y El G-192
Como si no existiesen suficientes causas para enloquecer, la proliferación de siglas con motivo de la crisis se multiplica de tal modo, que nadie acaba de entenderlas. La primera fue la del G-20, grupo selecto que en Washington pretendió representar a todos; la segunda, el grupo también selecto de APEC que se reunió en Lima; ahí estaban presentes el país más rico, Estados Unidos, en el número uno, con un PIB per cápita de 45 mil dólares por año, y el que ocupa alrededor del número 100, la República Popular China, con 2 483, el mayor inversor en Bonos del Tesoro de aquel país.
El G-192 es como el presidente Leonel Fernández, de la República Dominicana, que no está en ninguno de los dos, denomina a tal grupo, aludiendo a la cifra de miembros de las Naciones Unidas en una conferencia económica con la participación de Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de esa ciencia.
George Soros, gran magnate de origen húngaro y ciudadano norteamericano inmensamente rico, escuchaba entre otras importantes personalidades.
Es tarea de ajedrecistas desentrañar los argumentos de tan diversos intereses nacionales y empresariales de los grupos G-20 y G-21.
Lo real es que, si un país del Tercer Mundo suscribe a la vez acuerdos de libre comercio con ocho o diez países desarrollados o emergentes, entre los cuales algunos se caracterizan por ser productores tradicionales de mercancías abundantes y atractivas a bajo costo o productos industriales sofisticados, como Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea del Sur, etcétera, la naciente industria de un país en desarrollo tendrá que competir con los sofisticados productos que salen de la industria de los más desarrollados o de las manos laboriosas de sus poderosos socios, uno de los cuales maneja a su antojo las finanzas mundiales. Les correspondería sólo el papel de productores de materias primas baratas requeridas de grandes inversiones que serán en todo caso propiedad extranjera con plenas garantías contra veleidades nacionalizadoras. No les quedaría más que las manos extendidas esperando el piadoso apoyo al desarrollo, y una eterna deuda a pagar con el sudor de sus hijos. ¿No es acaso lo mismo que ha ocurrido hasta hoy?
Por ello no vacilo en solidarizarme con la posición de Chávez, cuando afirma que no está de acuerdo con la receta de Lima. Sobran razones. Observemos el desarrollo de los acontecimientos, exigiendo derechos sin ponernos de rodillas.
Por Fidel Castro.
Fuente: Diario digital Granma.
www.granma.cu
jueves, noviembre 13, 2008
Punto de partida hacia el sumak kawsay
Refundación: la nueva Carta Magna de Ecuador fue aprobada por el 64% de los votos en el referendo constitucional del 28 de septiembre. La Constitución, única en el mundo por reconocer derechos a la naturaleza, garantiza la gratuidad de la enseñanza –incluido el nivel universitario– la salud y los servicios sociales. En consonancia con el sumak kawsay (buen vivir) y la economía social, el Estado recupera la potestad sobre los recursos naturales estratégicos asegurando la soberanía alimentaria y energética. La banca pasa a ser un servicio público, se prohíbe la estatización de las deudas privadas y se establecen auditorías ciudadanas para controlar el endeudamiento externo contraído por el Estado. Además se garantiza el acceso al agua, la tierra, los insumos, las maquinarias y el crédito. En 444 artículos el cuerpo jurídico da nacimiento a un nuevo concepto de nación.
El 28 de septiembre pasará a la historia. El 64% de la ciudadanía votó por el Sí a la nueva Constitución redactada por la Asamblea Constituyente que durante 2007 trabajó incansablemente retomando reclamos y luchas históricas de los movimientos sociales y políticos, indígenas y campesinos. Dos visiones opuestas del futuro estaban en juego en el referendo y los ecuatorianos optaron por enterrar definitivamente un sistema de opresión, saqueo e injusticia. La nueva Carta Magna plantea un giro de 180 grados en las relaciones entre el Estado, la sociedad y el mercado. En el ámbito del desarrollo establece que el centro del crecimiento es el ser humano y el objetivo es alcanzar el sumak kawsay o buen vivir, retomando la cosmovisión de la nacionalidad Kichwa. Lograr un estado de armonía entre los seres humanos, la comunidad y la naturaleza es la base del buen vivir. Por primera vez en la historia de Ecuador, un texto constitucional reconoce y valora el aporte de los pueblos originarios a la creación de un nuevo pacto de convivencia en la diversidad. Para la nueva Constitución, el sumak kawsay implica contar con un sistema económico que promueva la igualdad a través de la redistribución de los beneficios del desarrollo tanto social como territorial. El sistema de inclusión social busca el mejoramiento de la calidad y esperanza de vida de la población y el despliegue de sus capacidades y potencialidades. La participación juega un rol clave para alcanzar el buen vivir, pues a través de ella se potencia y promueve la democracia.
Además, la nueva Constitución es la primera en la historia de la humanidad en reconocer derechos a la naturaleza. Pero el sumak kawsay no se agota en las relaciones internas y en la convivencia nacional, también se plantea las relaciones con otros Estados. La garantía de la soberanía nacional, la integración latinoamericana y la inserción estratégica en el contexto internacional forman parte de los postulados de la nueva Constitución. Además, a través de un proceso efectivo de descentralización y autonomía regional, propone un nuevo ordenamiento territorial para terminar con la desigualdad entre las regiones más ricas y las más pobres.
El fin de la economía de mercado
Actualmente Ecuador es el tercer país con mayor desigualdad económica en Suramérica, después de Brasil y Paraguay, y el segundo país con más bajos índices de desarrollo humano, después de Bolivia. Los beneficios del crecimiento económico nunca llegaron a la mayoría de la población y se repartieron entre las reducidas elites económicas y políticas. Durante la “larga noche neoliberal” el mercado pasó a ser el motor del desarrollo y todo fue convertido en mercancía: la salud, la educación, incluso la naturaleza. Las empresas empezaron a comercializar el agua, y el mercado se convirtió en el gran regulador, dejando de lado el papel del Estado en la economía. Se introdujo entonces la dicotomía entre Estado o mercado, desconociendo las necesidades y los derechos de la sociedad y la naturaleza como fuerzas dinamizadoras de cualquier iniciativa de desarrollo.
La nueva Carta, al contrario, establece que para alcanzar el sumak kawsay se debe pasar de la economía de mercado, enarbolada en la Constitución anterior, a la economía social y solidaria, regulada por el Estado. La soberanía alimentaria y energética, el comercio justo, el pleno empleo y el consumo social y sustentable son los ejes de esta forma de entender a la economía.
Los postulados sobre el buen vivir y la soberanía económica se concretan en una serie de disposiciones que dan cuenta del verdadero cambio entre un modelo de desarrollo depredador y una apuesta por un modo de vida inclusivo, respetuoso de la diversidad y de la naturaleza.
A diferencia de la Constitución de 1998, la nueva Carta establece que los pequeños y medianos productores tendrán prioridad para las compras públicas. No es casual que uno de los elementos nodales en las negociaciones de los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos hayan sido las compras públicas. En el caso ecuatoriano, en 2007, el presupuesto general del Estado fue de 10 mil millones de dólares, de los cuales el 50% se destinó a compras públicas. En la economía de mercado, las grandes empresas nacionales y transnacionales se benefician con estas compras en desmedro de la calidad de vida de la mayoría de la población.
En relación a la banca los avances logrados con la nueva legislación son significativos. Hay que recordar que Ecuador sufrió en 1999 la peor crisis bancaria de su historia reciente: millones de personas perdieron todos sus ahorros y el Estado, en un intento desesperado por salvar a la banca, gastó 8.500 millones de dólares, casi todo su presupuesto general anual. Esta crisis provocó la emigración masiva de millones de ecuatorianos al exterior.
En la nueva Constitución la banca pasa a ser un servicio de orden público. Se prohíbe el congelamiento de las cuentas de los depositantes, los banqueros no podrán tener empresas ajenas a su actividad, ni medios de comunicación, y se asegura la democratización del crédito.
Por otra parte, la precarización laboral, una de las consecuencias de la liberalización del mercado de trabajo pregonada por el Consenso de Washington llevó a que en Ecuador tuviera lugar la tercerización a gran escala. Los trabajadores eran contratados por empresas intermediarias que no les aseguraban sus derechos laborales básicos. La nueva Constitución prohíbe toda forma de tercerización e intermediación laboral.
Recuperación de los
recursos estratégicos
En la Constitución de 1998 los sectores estratégicos de la economía fueron eliminados de un plumazo, abriendo las puertas a la privatización. La nueva Constitución recupera la noción de sectores estratégicos y prohíbe su privatización. Además incorpora al agua como un sector estratégico. La energía, las telecomunicaciones, los recursos naturales no renovables, el transporte y la refinación de hidrocarburos, la biodiversidad y el patrimonio genético, así como también el espectro electromagnético son considerados propiedad del Estado y por ende, de los ciudadanos.
Respecto a la deuda externa, se prioriza la inversión social por sobre el pago de la deuda, se prohíbe la estatización de deudas privadas y se establecen auditorías ciudadanas para controlar el endeudamiento externo contraído por el Estado. Además se garantiza el acceso equitativo y la democratización de los medios de producción: la utilización del agua, la tierra, los insumos, las maquinarias y el crédito. En el campo social, se garantiza la educación laica, gratuita y de calidad hasta el nivel universitario. La salud, incluyendo las medicinas para todo tipo de enfermedades, también debe ser gratuita. Se universaliza la seguridad social, incluyendo a amas de casa, trabajadores autónomos, migrantes, niños y jóvenes y se prohíbe su privatización.
La nueva Constitución fue desde su concepción un verdadero ejemplo de ejercicio democrático. La aprobación de la Carta por el 64% de los votos así lo demuestra. “La primera etapa de la Revolución Ciudadana ha culminado con éxito y de manera contundente”, aseguró el presidente Rafael Correa.
Desde Quito, Ana María Larrea Maldonado
Fuente: Revista América XXI
viernes, noviembre 07, 2008
Un descomunal desafío
Narran los historiadores políticos que Franklin D. Roosevelt mantuvo silencio económico entre su elección en 1932 y su asunción en 1933, dejando que Herbert Hoover siguiera con las políticas que habían dado la Gran Depresión a Estados Unidos y al mundo. Barack Obama ha decidido que no tiene margen para repetir aquella mudez de su predecesor El presidente electo está negociando ya en el Congreso una asignación excepcional de al menos 100.000 millones de dólares para aplicarla en obra pública, subsidios de desempleo, asistencia energética para el invierno y ayuda alimentaria que podría ser aprobada antes de fin de mes. ¿Está de regreso el neokeynesianismo? Sí, pero el gesto habla de otra cosa: el escaso tiempo del que gozará Obama para festejar su triunfo antes de hacer frente al monstruo de la herencia.
Es una tarea delicada porque el presidente George W. Bush mantendrá la facultad de veto durante otros 70 días y, curiosamente, el primer examen de Obama será rendido no en la Casa Blanca sino en el Congreso al que regresará hasta ser ungido como el 44º presidente de Estados Unidos.Es casi difícil darle la bienvenida a la Casa Blanca. En primer lugar conviene tener presente que, si bien Obama cuenta con un mandato fuerte y mayoría legislativa, la diferencia en el voto popular con su rival John McCain no fue un alud como los demócratas hubiesen deseado. ¿Qué habría pasado si no hubiese habido el síndrome de hastío con Bush? Hay un país aún dividido por mitades y este dato será tomado en cuenta por la oposición republicana cuando termine de lamerse las heridas y piense en regresar.
Cabe señalar que en los últimos 25 años nunca esa derecha republicana se ha encontrado más alejada del poder, incluyendo los ocho años de Bill Clinton que en los 90 pensó que debía asumir la agenda sus adversarios.
Frente a sí Obama tiene la crisis económica más profunda y deletérea de los últimos cien años que está arrastrando a la economía internacional. En buena medida es uno de los factores que han hecho de Obama una suerte de candidato internacional festejado por públicos en diversos países. La demanda de un liderazgo que atempere la crisis; el otro es la pesada realidad de ocho años de Bush y su desprecio por el derecho internacional.
Esta crisis obligará en lo inmediato al presidente electo a algo más: a formar un gabinete y equipo de gobierno de modo rápido para ofrecer una idea de que ya está en movimiento. Tanta es la expectativa que ha despertado con su campaña que deberá ser cuidadoso con las posibles decepciones.
Tendrá que lidiar con por lo menos tres guerras en curso: Irak, Afganistán y la estrambótica "guerra contra el terror". El blanco y negro del discurso de campaña ya se está volviendo gris. En Irak ningún desacople será inmediato y Obama ya ha prometido consultar con el gobierno iraquí antes de tomar decisiones mayores. Dos años parecen ser ahora el plazo que asumiría el nuevo presidente para retirar a sus soldados de las arenas del Golfo Pérsico. Hay que pensar que, para cuando ocupe la Casa Blanca, esa guerra habrá costado unos tres billones (millones de millones) de dólares según el cálculo más serio.Obama ha prometido cerrar el virtual campo de concentración que Estados Unidos tiene en Guantánamo. No le será tan sencillo, dicen los juristas. Bush dejará una trama legislativa que será muy complejo deshacer y que, entre otras cosas, protege la continuidad de Guantánamo.
En Afganistán la cosa es más compleja porque Obama ha asegurado que allí triunfará sobre Al Qaeda, la fantasmal organización que --curiosamente-- ha mantenido un silencio casi absoluto durante la campaña y las elecciones. Un aumento de tropas allí no sería sorprendente. De Obama, América latina aguarda una mayor aceptación del multilateralismo y, por cierto, receptividad a la hora de decidir qué hacer con la crisis económico-financiera. Quizá con Venezuela y con Cuba se vean los primeros indicios si la primera premisa es cierta. Pero en lo segundo se enfrenta a mucho margen de conflicto; los demócratas siempre han sido, en lo comercial, más proteccionistas que los republicanos y, además, el proteccionismo parece ser una de las enfermedades cercanas en todo el planeta.
Por Oscar Raúl Cardoso
Fuente: Adentro y afuera Blogs clarin.
domingo, noviembre 02, 2008
Marx, más vigente que nunca
La semana pasada, un vocero de la editorial berlinesa Karl-Dietz anunció que la obra esencial del filosofo Karl Marx, "El capital", estableció un nuevo record de ventas en Alemania. ¿Casualidad? No, en lo más mínimo.
La crisis financiera que golpea a la superpotencia mundial, Estados Unidos, y al resto de los países del mundo colocó a los pensamientos del escritor germano en el centro de la escena político-económica del mundo.
Marx elaboró una crítica al sistema capitalista liberal, desperdigado por los países industrializados después de la revolución de 1848. Durante ese período, el pensador alemán abandonó su residencia y deambuló por varias partes del mundo debido a sus ideas. Marx anticipó la debacle del capitalismo y a pesar de los años que lleva editado el "Capital", su contenido se adapta facilmente a la actual situación caótica provocada en el centro de las finanzas mudiales.
“No está muerto y hay que tomarlo en serio”, afirmó el arzobispo de Munich, Cardenal Reinhard Marx, en una entrevista al semanario alemán Der Spiegel (El Espejo), al referirse a la teoría del pensador alemán. Además el prelado fue mucho más lejos al sostener que su homónimo tenía razón respecto al capitalismo.
La cita no es menor y contiene un gran significado. Primero porque el Marx de la iglesia es secretario de la Conferencia Episcopal alemana y un teólogo muy cercano y respetado por el Papa Benedicto XVI.
Y, Segundo, porque el Vaticano no ha sido un gran devoto de la teoría de Marx a lo largo de su vida, por lo menos nunca salió en defensa de sus teorias, especialmente durante el período de exilio y pobreza del filósofo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el actual jefe de la iglesia Católica es fiel al conservadurismo y pocas veces se lo escuchó sentenciar al sistema capitalista en sus homilías dominicales o visitas papales, por ejemplo, la última que realizó a Estados Unidos. Por eso es doblemente importante el reconocimiento del cardenal alemán al autor del "Capital".
Tampoco nos debería llamar demasiado la atención el reconocimiento de un miembro de la iglesia al impulsor del marxismo. Los líderes mundiales, defensores del capitalismo liberal, George Bush, Nicolás Sarkozy, impulsaron recetas que nada tienen que ver con las reglas del mercado, las que han defendido a rajatablas durante los últimos diez años.
Seguramente, la quiebra de bancos, los despidos y los desalojos, hizo que estos líderes mundiales se inclinaran por una mayor regulación por parte del Estado en el sistema financiero.
Según algunos especialistas es tan grande la magnitud de la crisis que Norteamérica corre el riesgo de perder el status de superpotencia.
“Estados Unidos seguirá siendo un actor importante pero no podrá reconquistar su posición dominante frente a la multiplicación de los centros de poder, con Europa Occidental, China, Brasil, India”, vaticinó Nikolai Kondratieff, investigador del Departamento de Sociología de Yale y ex presidente de la Asociación Internacional de Sociología.
En la misma dirección, el historiador Eric Hobsbawn sostuvo que la debacle financiera es el equivalente al colapso de la URSS y el final de una era.
Más allá de estos diagnósticos no favorables para los defensores del capitalismo y de las economías de los países desarrollados y en vías de desarrollo, no está claro que sucederá en los próximos años y nadie se anima a arriesgar que pasará con el sistema capitalista.
Lo que si es cierto es que hoy las líneas escritas por Marx son ojeadas por muchos hombres (presidentes, políticos, economistas, curas, ciudadanos) críticos –antes de esta crisis- de su teoría pero que ahora no encuentran otro remedio que darle la razón.
Por Juan Mansilla
Carlos Marx nació en Tréveris en 1818, hijo de un abogado judío. Estudió en Bonn y en Berlín y se doctoró en Jena en 1841 con una disertación sobre la filosofía de Epicuro. En vista del trato de que fué objeto su amigo, el profesor de Teología Bruno Bauer, y en atención a él, renunció a su intento de lograr una cátedra de profesor agregado en Bonn. Marx fué primero colaborador y luego director de la Rheinische Zeitung, hasta que, habiendo sido suprimido este periódico, pasó a París en 1843, y allí, junto con el neohegeliano Ruge, esforzóse por editar los Anuarios francoalemanes. Fué también en Paris donde trabó amistad con Federico Engels.Marx, que en sus estudios se había ocupado principalmente de la filosofía hegeliana, tuvo en Francia ocasión de conocer el socialismo más de cerca. Expulsado del país a instancias del Gobierno prusiano, trasladóse en 1845 a Bélgica, donde, en 1847, publicó contra Proudhon la Misère de la philosophie y, en colaboración con Engels, escribió el Manifiesto del Partido comunista.
La revolución de 1848 llevó a Marx de nuevo a París y a Colonia, iniciando en esta última ciudad la publicación de la Neue Rheinische Zeitung. Allí se agregó a su círculo Lassalle. Expulsado de Alemania y de Francia, Marx pasó a Londres en 1849. En la capital de Inglaterra dedicóse, junto con Engels, al estudio de esta nación, la más avanzada socialmente (1), y de sus trabajos verificados en el British Museum surgieron sus obras más importantes. La familiarización con las condiciones de trabajo de la Gran Bretaña constituye el tercero de los momentos cruciales en la carrera ideológica de Marx.
En 1864 pasó a ocupar un puesto destacado en la Asociación Internacional de Trabajadores, de reciente creación; puesto que abandonó cuando el fracaso de la Commune de Paris, y la oposición interna de los grupos anarquistas acaudillados por Bakunin le hicieron creer inútil la persistencia en la lucha.
Karl Marx, discípulo de Ricardo, vive la primera gran crisis del capitalismo industrial en la década de 1830 y la consecuente crisis política de 1848. Tiene por tanto que dar una explicación de esas convulsiones. La teoría que elabora predice la evolución socioeconómica futura e invita a los trabajadores a participar activamente acelerando la transformación del sistema.
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