martes, julio 29, 2008
La Cuba de Raúl mira a la región
Raúl Castro ha comenzado un proceso gradual de cambio en la economía y las relaciones internacionales de Cuba. En el interior de Cuba, espera legitimar su gobierno con la mejora de niveles de vida. Fuera de Cuba, no desea quedar cautivo del único respaldo internacional del régimen cubano: el presidente venezolano Chávez. Castro cree en dar mayores incentivos a los trabajadores agrícolas.
Ha autorizado la venta de maquinaria y herramientas agrícolas -centralizada hasta ahora- directamente a los agricultores, así como la entrega de tierras en desuso a cooperativas privadas y otras organizaciones que las soliciten. También canceló las deudas de algunos pequeños productores y elevó los precios que paga el Estado por la leche y la carne.
En otra medida destinada a mejorar la vida del común de los cubanos, ha eliminado restricciones para adquirir computadoras, hornos microondas y otros aparatos.Las autoridades cubanas recalcan que el propósito de estos cambios es mejorar la eficiencia, "no alterar el modelo socialista". Sin embargo, igual que China y Vietnam, el gobierno tendrá que abrazar el mercado más abiertamente si es que en verdad desea mejorar las condiciones de vida. Sólo con inversión extranjera y liberalización económica -un proceso que en cierta medida ya ha comenzado- puede Cuba esperar ofrecer a sus 11,2 millones de habitantes más bienes de consumo y comodidad, mejorar el sistema de bienestar social y rehabilitar la infraestructura del país.
Esto es esencial no sólo para construir un "mejor socialismo", como ha prometido Castro, sino especialmente para legitimar la continuidad del régimen creado por la revolución de su hermano Fidel.
Por ahora, Cuba es políticamente estable. La evolución de su situación interna no deja dudas acerca de la consolidación de la autoridad de Raúl Castro. Hay un poco más de libertad de expresión, con debates y críticas de varios aspectos del modelo socialista de Cuba, como los bajos salarios y el sistema monetario doble, que ha generado desigualdad del ingreso al favorecer a quienes trabajan en el turismo y para compañías extranjeras.
Sin embargo, es poco probable que se produzca una mayor liberalización política a corto o medio plazo. Cuba argumenta que el apoyo financiero y político de Estados Unidos a la oposición lo impide. En todo caso, con Felipe Pérez Roque como ministro de Asuntos Exteriores, Cuba sigue impulsando una política exterior pragmática. Venezuela y China se han convertido en los principales socios económicos y comerciales y es posible que lo sigan siendo. Sin embargo, Raúl Castro desea evitar la dependencia en sólo uno o dos países. Su objetivo es diversificar las relaciones exteriores de Cuba y prevenir los problemas que podrían causar a su régimen los cambios en cualquiera de estos países, lo cual es un imperativo constante desde el colapso de la Unión Soviética.
Como resultado, se está dando una mayor normalidad a las relaciones con los gigantes de América latina, Brasil y México, y también están mejorando las relaciones con España. Más aún, se han reanudado las conversaciones con la Unión Europea, se está promoviendo un mejor entendimiento con el Vaticano, y Castro mismo ha sugerido públicamente la posibilidad de un diálogo con Estados Unidos.
Aunque Venezuela destina entre 1.500 y 2.000 millones de dólares a Cuba, Castro ve a Chávez como una especie de dolor de cabeza, debido a su retórica y a su dura actitud con varios países. Chávez no es la persona correcta para ayudar a Cuba a normalizar relaciones internacionales. Más aún, Venezuela tiene sus propios problemas económicos, a pesar de sus enormes reservas de dólares. Como consecuencia de los controles de precios y la creciente inflación, hay escasez de medicinas y alimentos básicos, como leche, azúcar, huevos, carne y pollo. Esto recuerda a Castro las distorsiones económicas que hicieron que la Unión Soviética recortara su ayuda a Cuba en los años previos a su colapso.
Los problemas de Venezuela hacen aún más importante la colaboración con Brasil y la obtención de su apoyo, ya que es la mayor potencia industrial del hemisferio sur. Durante la visita del presidente Lula a La Habana en enero del 2008, Brasil y Cuba firmaron varios acuerdos comerciales y económicos. Brasil duplicó su préstamo a Cuba para la compra de alimentos y medicinas, a 200 millones de dólares y ha dispuesto proyectos para rehabilitar su infraestructura. Otros acuerdos prevén un proyecto en el que la compañía energética de Brasil, Petrobrás, y Cupet, de Cuba, extraerán petróleo del golfo de México, y otro que incluye ayuda tecnológica para el desarrollo de la producción de soja en Cuba. Como lo sugieren estas iniciativas, el reacercamiento con Brasil y el Mercosur parece ser la mejor alternativa internacional de Cuba en su afán de evitar caer dentro de la órbita económica estadounidense.
Por Luiz Alberto Moniz Bandeira
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