Fue Marx en el 1800 y después Martin Heidegger en el siglo XX quienes indicaron la progresiva reducción del ser humano a una función puramente mercantil.Los dos filósofos coincidían en que el individuo estaba condicionado a presentarse con una mascara. Cada uno lleva consigo los rasgos del empleo que realiza, "la careta" de su "ser empleado". Con una mascara en el rostro el hombre no esta directamente en relación con el mundo si no con las leyes que gobiernan el sistema económico en el que cada individuo se encuentra.
En nuestros días el hombre no se expresa por lo que hace,en realidad acepta y con pasividad obedece la racionalidad del aparato económico que determina no solo su acción si no también la relación con sus semejantes obligado por una ley silenciosa que conecta la producción, con el consumo.
Toda esta trágica dictadura no viene vista como opresión porque forma parte de un sistema monolítico inatacable.De opresión se podía hablar antes del adviento de la economía de mercado donde el Hombre sin ninguna piedad es reducido a cosa. Esto en tiempos no muy lejanos sucedía por la voluntad de otro hombre sea que este se manifestara como individuo o como clase.Era entonces posible identificar esa voluntad que oprimía como también criticarla y destruirla en la búsqueda de una idea que nos indicara un camino hacia la libertad.
En la edad que precedió la globalización este tipo de liberación era practicable porque todo acontecía todavía al interno de la experiencia de la borghesia y del proletariado. Era fácil distinguir una voluntad oprimente y una voluntad oprimida,"un siervo de un Señor" para usar una terminología Hegeliana. Para crear la base de una revolución era suficiente una toma de conciencia que señalara la irracionalidad del opresor y la consiguiente racionalidad de una sucesiva liberación.
Pero en la era posmoderna la reducción del ser humano a objeto no es por el efecto de una voluntad fácilmente reconocible si no la consecuencia de la irracionalidad del mercado. No estamos delante al dominio del hombre sobre el hombre si no bajo la despótica autoridad de una mentalidad que no distingue ya tan claramente si los hombres "son siervos o señores". Estas dos categorías marxistas hoy no se encuentran antagónicas - una contra otra - se presentan alineadas y paralelas habiendo como contraparte solo la ley racional del mercado contra la cual cualquier tipo de revolución es impracticable.
Por este motivo los jóvenes están condenados a bajar la cabeza y aceptar con resignación cualquier propuesta que se les ofrece. Quien pierde el empleo va en crisis de identidad precipitando en la noche oscura de la desesperación. Esto no es porque se ha identificado exageradamente con el propio trabajo, es simplemente porque desde el otro lado no existe un rostro reconocible a quien culpar; no hay un interlocutor con quien discutir y confrontárse.El mercado no tiene un rostro, el mercado es "todos y ninguno".Bien enseñaba el viejo Homero cuando escribía: "ninguno es siempre el nombre de alguno" pero este "alguno" en el escenario global es invisible.
Todo este panorama en realidad genera la resignación que esconde un terrible desierto donde es imposible postular una salida.Están desesperados los empresarios y afligidos los obreros.Por primera vez en la historia no hay una contraposición capaz de crear las condiciones de una autentica revolución.Todos están sometidos por la dura ley "racional" de la economía. Esta es la tragedia y el drama de nuestros días. En la Argentina (me parece) todavía no se dieron cuenta, se continua a dividir el mundo entre peronistas y antiperonistas sin notar que no hay diferencias porque todo se a disuelto en las aguas quietas de un único pensamiento:El mercado.
Por Daniel Balditarra.
Desde Milán, Italia.
1 comentario:
ADVERTENCIA A MEDIOS Y COMUNICADORES. Para evitar papelones, al hablar de Fernando Lugo no se debe omitir:
1- Su probado relacionamiento con secuestradores y asesinos, cuyo más sonado golpe fue el secuestro y asesinato de la joven empresaria Cecilia Cubas. Varios de los miembros de dicha banda fueron sus monaguillos y discípulos de seminario.
2 - Su culpabilidad en casos de estupro y acusaciones de violación, cuando mantenìa relaciones con adolescentes indigentes en su obispado y siendo cura, dejando preñadas a varias de ellas de manera absolutamente amoral e irresponsable.
3 - Su vinculacion a feminicidios, como el de la esposa de su íntimo confidente Kencho Rodríguez.
4- La falsedad de su filiación política y de su discurso moralista.
La objetividad y veracidad de la información lo agradecerán.
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