sábado, mayo 26, 2007

Palabras más; palabras menos


"El anunció de Jesús y de su Evangelio no comportó en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas, ni la imposición de una cultura extranjera". La frase la dijo el Papa Benedicto XVI, durante su visita apostólica a Brasil. Una semana después, el jefe de la iglesia católica, reconoció que "sufrimientos e injusticias" fueron infligidas a los aborígenes en plena conquista colonizadora de América Latina.
La rectificación del Sumo Pontífice surgió ante el reclamo de las comunidades aborígenes que consideraron a la cita como una "falsedad histórica resonante", y de los incesantes pedidos de explicaciones de los presidentes Hugo Chavez y Evo Morales a los representantes del Vaticano en sus respectivos países, Venezuela y Bolivia.
Justamente en este último país, los Aymarás representan el setenta por ciento de la población boliviana y en el resto de Latinoamérica, los descendientes de comunidades originarias, superan el cincuenta por ciento. Incluso, en Argentina – país considerado más europeo de la región- un estudio realizado por científicos de la Universidad de Buenos Aires señala que el ochenta por ciento del gen que se encuentra en la sangre de los argentinos pertenece a los aborígenes que habitaban ese suelo.
No es la primera vez que un discurso de Benedicto XVI provoca el repudio de otros sectores del ámbito internacional. El 12 de setiembre del año pasado en la universidad de Ratisbona reprodujo un diálogo, ante un auditorio repleto, del Emperador Emanuele II, escrito entre 1394 y 1402, mientras el monarca era asediado: "Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo y encontrarás solo cosas malignas e inhumanas". Al igual que ahora, aclaró y elogió al profeta y musulmanes para aplacar el clima hostil que con su propia boca había provocado.
Es cierto que las aclaraciones no son nunca tardías para recomponer una determinada situación, pero tampoco borran fácilmente el dolor que causan algunas afirmaciones. Y, en este caso puntual, dejan más dudas que certezas acerca de lo que verdaderamente piensa el Papa sobre un tema tan espinoso y cercano para los latinoamericanos: la conquista de América Latina. En primer término, porque no pidió perdón a los miles de aborígenes que habitan este suelo y, por otra parte, si él cree como dijo, desde el Vaticano, que nuestros indios fueron "víctimas" del asedio y crueldad de los conquistadores, por qué, en su último día en Brasil, manifestó lo contrario.
Cuesta creer que un líder mundial, portador de la paz, como el Papa no pula bien sus discursos y produzca un efecto contrario a ella. Su visita a nuestra región fue esperada por miles de creyentes y personas que necesitaban una palabra de aliento ante la adversidad que viven desde hace años. Hasta los obispos congregados en la V Asamblea Latinoamericana del CELAM no ocultaron su amargura y preocupación por los dichos y actitudes de su Jefe, en Brasil. O será, como sostienen algunos, que Benedicto XVI es un Papa europeísta, defensor acérrimo de una iglesia consolidada por unos pocos, que adopte arrajatablas los preceptos vaticanistas y mantenga distancia de los pueblos.
Por Juan Mansilla.

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