sábado, mayo 15, 2010

DILEMAS DE UNASUR


Con el estallido de la crisis mundial en 2008 se produjeron dos movimientos simultáneos de sentido inverso: el desarrollo estratégico del Alba y la circunstancial recuperación de poder por parte del imperialismo estadounidense. Este desplazamiento paradojal domina el momento político internacional y habrá quedado patente en Buenos Aires los días 4 y 5 de mayo –mientras esta edición está en las rotativas– cuando se reúna en la capital argentina la cumbre de la Unión de Naciones del Sur.
La irrupción del Alba constituye un salto cualitativo en el desarrollo político hemisférico, con proyección internacional: ahora las mayorías cuentan otra vez con una brújula. Potencialmente, ese factor cambia el signo en la evolución de la crisis. No obstante, las metrópolis imperiales están mejor plantadas frente a la coyuntura y el futuro inmediato, como resultado de la conducta adoptada ante la emergencia por buena parte de los gobiernos de los países subdesarrollados y dependientes.
El fortalecimiento táctico del centro imperial se expresa en tres planos:
- Económico: la Banca de inversión mundial (allí donde estalló la crisis) tuvo una ganancia neta de 311 mil millones de dólares durante 2009. Un 50% más que en 2008. Esto se logró pese a que, según prevé el Boston Consulting Group, las ganancias en la industria caerán un 11% durante el año en curso.
- Político: aunque sin homogeneidad y con presumibles conflictos en el mediano plazo, Washington logró afirmar el G-20, hecho que vale sobre todo por lo que evitó: el fortalecimiento hasta niveles insoportables para el imperialismo de polos globales alternativos, con conductas económicas y estrategias geopolíticas contrapuestas a las delineadas por el Departamento de Estado.
- Militar: en el período inmediato posterior al colapso económico, George Bush primero, luego Barack Obama, multiplicaron el dispositivo militar apuntado contra los países del Alba, con destaque en hechos indiscutibles: reactivación de la IVª Flota; instalación de siete bases militares estadounidenses en Colombia; acuerdos en el mismo sentido con Perú; firma de un acuerdo de defensa de Estados Unidos con Brasil (reemplaza al denunciado unilateralmente por Brasilia en 1977, durante la dictadura militar). El Departamento de Estado coronó estos éxitos, el 13 de abril, con una cumbre mundial donde impuso un “acuerdo nuclear”, que entre otras cosas pavimenta el camino hacia una guerra contra Irán. Inmediatamente después el jefe del Pentágono, Robert Gates, partió en gira hacia Perú, Colombia y Barbados, donde anudó compromisos militares con esos gobiernos.
¿Cómo explicar estas victorias del capital en el vórtice de su propia crisis? La respuesta reside en la rápida reacción política de las economías altamente desarrolladas frente al colapso económico mundial, que actuaron con más claridad táctica y mayor lucidez estratégica, en comparación con la conducta de los gobiernos de países de economías subdesarrolladas y dependientes. Las cúpulas imperiales supieron abroquelar fuerzas para afrontar un riesgo al que correctamente interpretaron como amenaza mortal. Para efectuar ese movimiento centrípeto no fue óbice la feroz lucha por el reparto de los mercados que fractura y enfrenta a los diferentes flancos de la burguesía imperialista.
Lo contrario ocurrió en las dirigencias del Sur: excepción hecha de los gobiernos del Alba, por regla general cada una buscó su salvación individual, dejó que primaran intereses de sus burguesías locales y asumió que la única posibilidad de recuperar el equilibrio consistía en religarse con los centros imperiales, de los cuales había tomado distancia en los años previos. En otras palabras: la crisis obró como imán para el capital y aventó una vez más las ilusiones sobre el carácter nacional de burguesías locales.

Otra fase

Todo el período simbólicamente iniciado en agosto de 2000, cuando el entonces presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso convocó a la primera reunión de mandatarios suramericanos, estuvo dominado por la necesidad de aquellas burguesías sometidas, obligadas a defenderse de la voracidad imperial y tomar distancia de las metrópolis para defender áreas mercantiles y proteger su parte en la absorción de la plusvalía regional. Eso acabó.
Como estas páginas registraron paso a paso, frente al colapso económico la Casa Blanca reaccionó buscando evitar la fuga de países que por peso económico o gravitación política pudieran constituir un polo alternativo. Transformó así el G-8 en G-20. Otra vez el palo y la zanahoria. Y otra vez el mismo reflejo condicionado: los gobiernos de Argentina y Brasil acudieron al llamado de George Bush en noviembre de 2008, sin siquiera convocar antes una reunión de Unasur para llevar a Washington una posición conjunta. India, China y otros tantos países hicieron lo mismo. Los poderosos habían ganado la primera batalla de la nueva guerra. Para que no hubiese dudas, Brasilia y Buenos Aires (y otros diez gobiernos similares) firmaron un documento conjunto con los jefes del mundo, donde se consignaba el acuerdo en las medidas para afrontar el colapso. Hubo después dos reuniones más, en Londres el 2 de abril de 2009 y en Pittsburgh el 24 de septiembre del mismo año. En cada una de ellas avanzó la recuperación del equilibrio imperialista, sobre la base de su estrategia, su programa de acción y sus instituciones. Es sabido que los acuerdos se firman para ser violados. ése puede ser el argumento pragmático para ciertos gobernantes. El caso es que el G-20 se prolonga ahora con un instrumento de inequívoco objetivo: el “acuerdo nuclear” (ver "La estrategia nuclear de Obama"). Al cabo de este maratón Ben Bernanke, titular de la Reserva Federal de Estados Unidos y cerebro de la operación de salvataje, hizo su balance: “A diferencia de los ‘30, las conducciones económicas en el mundo trabajaron sin parar para estabilizar el sistema financiero (...) Como resultado, si bien las consecuencias económicas de la crisis financiera han sido dolorosamente graves, el mundo se evitó un cataclismo aún peor, que hubiera igualado o superado al de la Gran Depresión”.
En efecto, se eludió el cataclismo inmediato, lo cual deriva en un momento político signado por el fortalecimiento coyuntural de los centros imperiales y un trance de confusión y eventual dispersión de un flanco en los países subordinados.

Dos caminos, no tres

Como contraparte insoslayable de la situación descripta, Unasur vio debilitado su impulso y los principales proyectos quedaron paralizados. La fuerza subterránea que impulsa a la convergencia, sin embargo, mantiene toda su potencia. Por eso, en otra resonante paradoja mientras esto ocurría iba tomando cuerpo un organismo de naturaleza semejante pero de mayor envergadura: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que vería la luz en Cancún, en febrero último. Esto equivale a una OEA sin Estados Unidos y, de por sí, supone otra derrota estratégica del centro imperial. Como contrapartida, allí gravitará con peso incomparablemente mayor al que tiene en Unasur el bloque de gobiernos opuestos a la perspectiva socialista. Así de zigzagueante y contradictoria es la marcha en esta etapa de la historia. Así de firme y flexible estará obligada a ser una estrategia en función de la soberanía, la emancipación y la revolución social.
Si la Celac se consolida, Unasur carecerá de sentido. A la inversa, si Unasur no avanza en lo inmediato, estará comprometida la existencia misma de la Celac. La clave es fortalecer la dinámica de convergencia de la instancia suramericana, hoy amenazada por una multitud de conflictos entre los que sobresalen la instalación de bases militares en Colombia, los enfrentamientos en el Mercosur y la belicosa militancia del nuevo gobierno chileno.
Antes de conocer los resultados de la cumbre de Buenos Aires es posible prever que allí habrá aparecido con mayor relieve la estrategia del bloque formado por los gobiernos de Colombia, Chile y Perú, enfilada sin ambigüedades contra el proceso revolucionario anticapitalista que encarnan los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Las posiciones intermedias presumiblemente habrán sostenido la perspectiva unionista. Y no es improbable que hayan inclinado la balanza a favor de las posiciones antimperialistas. Pero en perspectiva no hay tres caminos. Esta aseveración se funda en dos razones principales:
- el cataclismo temido por Bernanke, según sus propias palabras, fue “esquivado”, pero en modo alguno resuelto: espera agazapado a la vuelta de la esquina;
- en América Latina las masas tienen ya una brújula que marca el rumbo de la revolución: el Alba.
Esos dos factores obrarán como una tenaza sobre las direcciones políticas vacilantes, centristas y reformistas. El estado mayor político materializado hoy en los países del Alba conquistará la conciencia y el corazón de las mayorías. No cabe duda acerca de esto, más allá de las sinuosidades que ese proceso entrañe. Queda la opción de sumarse a la revolución o asumir sin rodeos el programa político del G-20. Aquellos gobiernos que no estén dispuestos a lanzarse contra sus propios pueblos, pero tampoco resuelvan sumarse a una perspectiva revolucionaria, caerán como hojas secas. Esa dinámica ya está a la vista.

Continuidad de la crisis

Basta observar la superganancia de la banca mientras cae la producción industrial, y preguntarse de dónde salieron aquellos ingresos extraordinarios, para comprender que la crisis no sólo continúa, sino que se agrava sistemáticamente. Hay signos que alertan incluso sobre un nuevo estallido general, que podría ocurrir en el corto plazo. Sólo que, si bien es imposible prever su hora con exactitud, es seguro afirmar que esta vez no sucederá con centro en el ámbito financiero, sino en las columnas maestras del sistema: la producción industrial.
La caída en la ganancia de la industria tiene en su contrapartida el dato más importante: aumento incontenible de la desocupación, siempre con eje en los países centrales. La reducción de la demanda agregada global que esto presupone no tiene solución con créditos. Ni con obras públicas según la fórmula keynesiana. El terremoto europeo con epicentro circunstancial en Grecia, con réplicas día a día más alarmantes en España, Italia, Portugal e Irlanda, pone a la luz pública la incapacidad de Alemania y Francia para contrarrestar la fuerza subterránea que está minando la tambaleante estructura de la Unión Europea.
Así como los alquimistas de los centros financieros, con Bernanke a la cabeza, pudieron esquivar el colapso generalizado de la banca mundial, ministros de Economía de las grandes potencias pueden en teoría postergar un eventual estallido y ralentar la marcha hacia una depresión incomparablemente mayor que la de 1930. La ominosa ausencia del movimiento obrero en el escenario mundial les da ese margen. Es evidente sin embargo que no pueden resolver la crisis ni detener su inexorable dinámica. Por eso aparecen cada vez más los ministros de Defensa y los jefes militares del imperialismo como protagonistas.
Robert Gates, ministro de Defensa de la mayor potencia bélica, es el maestro de ceremonia. Firmó con su par brasileño Nelson Jobim un acuerdo de colaboración militar, mientras desde el Departamento de Estado se llevaba la presión al punto de que el secretario adjunto para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, llegó a declarar desde Quito, el 5 de abril, que su gobierno “está tramitando” la instalación de una base militar en territorio brasileño, “para combatir el narcotráfico”. Cuatro días antes O’ Estado de São Paulo había anunciado que “Estados Unidos ha comenzado las negociaciones con el Gobierno brasileño para crear en Río de Janeiro una base para vigilar el tráfico de drogas en la región, similar a las existentes en Key West (Florida) y en Lisboa, Portugal”. Tal vez es necesario repetirlo: el principal diario brasileño anunció la creación de una base estadounidense en Río de Janeiro.
Hubo respuesta rápida: “No, no es cierto; no hay ninguna posibilidad de que haya una base militar estadounidense en Brasil”, dijo Marco Aurelio García, asesor de Lula. Todo se reduce a “un programa de cooperación”, agregó, antes de completar su idea: “Nosotros no tenemos doble discurso”. Con todo, está a la vista la presión de Washington y sus socios locales sobre el gobierno del PT. Y fuera de discusión el saldo de esa presión: un acuerdo de colaboración militar entre los gobiernos de Lula y Barack Obama.
ésa es la dinámica a la que Unasur debe poner freno, so pena de convertirse en una cáscara vacía. Al leer estas páginas, usted sabrá qué respuesta dio al dilema la cumbre de mandatarios en Buenos Aires.

Por Luis Bilbao
Para América XXI
24 de abril

jueves, abril 22, 2010

BICENTENARIO EN REVOLUCIÓN



Evidencia: ningún episodio circunstancial provocado por el desarrollo desigual de la conciencia y la organización latinoamericano-caribeñas puede desdibujar lo obvio: en el Bicentenario del comienzo de la guerra victoriosa contra el imperio español, el hemisferio en su totalidad –incluyendo a Estados Unidos– vive un momento histórico en el cual la fuerza dominante es la que se encamina –zigzagueante o directamente– hacia la emancipación nacional y social. Como lo hiciera el agónico sistema con sede en el Palacio Real de Madrid, ahora Washington reacciona enviando ejércitos de mercenarios. A la vanguardia marchan batallones de prensa, espionaje, infiltración. Simultáneamente se despliegan bases terrestres y marítimas aprontándose para entrar en acción.

“Sigue siendo una fuerza desestabilizadora en la región (…) Sigue teniendo una postura muy antiestadounidense y busca juzgar y restringir la actividad de Estados Unidos donde sea que tenga la oportunidad de hacerlo (…) Sigue comprometiéndose con la región (…) y sigue buscando su agenda socialista”. Tales fueron las palabras del general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, al testimoniar acerca del gobierno venezolano el 18 de marzo, ante la Comisión de Servicios Armados de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Simultáneamente, una elaborada provocación dio lugar a una campaña de calumnioso acoso contra Cuba a escala mundial. Sólo una exigencia táctica impidió que esta ofensiva incluyera visiblemente a Bolivia: Evo Morales acaba de ganar las elecciones con el 64% de los votos.
No caben dos interpretaciones sobre el significado de aquel informe y esta innoble embestida mediática: a 200 años de la rebelión independentista, la actual potencia imperial prepara sus cañones contra la insurgencia latinoamericana y otra vez, como lo hiciera España en Suramérica con eje en Miranda y Bolívar, centra el fuego en Venezuela, apuntando ahora a la revolución socialista que desde allí se expande al continente, como continuidad conclusiva de la lucha emprendida dos siglos atrás. La simultaneidad del ataque contra Venezuela y Cuba proviene de una interpretación acertada por parte de los estrategas del Departamento de Estado: a los efectos de la lucha contra el sistema capitalista y el gendarme estadounidense, Venezuela y Cuba son un solo país; los mandatarios de Caracas y La Habana, un solo gobierno; los ejércitos separados por el mar Caribe, una sola fuerza armada; las mayorías de ambos países, un solo pueblo. Éste es un dato nuevo en la historia; un rasgo que da perfiles inéditos a la coyuntura; un factor de enorme trascendencia para la evolución política del siglo XXI.
Washington sabe además que esta vanguardia –en la que también cuenta sin mengua Bolivia– se extiende a los países del Alba y puede palparse multiplicada en un abigarrado universo de organizaciones de todo género, que en América Latina asumen la revolución socialista como única reivindicación legítima y posible en el bicentenario signado por el descalabro del sistema capitalista internacional.

Artillería mediática

Inútil anteponer deseos o negarse a los hechos: la guerra ha comenzado. El despliegue militar estadounidense en el hemisferio está a la vista con la reactivación de la IVª Flota y la multiplicación de las bases terrestres que ya tendieron un cerco de acero sobre América del Sur. Pero si esos son pasos de una estrategia estrictamente militar para un futuro impreciso, hay otro terreno en el que la conflagración ya está desatada: la guerra mediática, peldaño imprescindible de un plan de ataque, consistente en destruir la imagen de los líderes de esta nueva gesta revolucionaria y crear una opinión pública anuente a la escalada bélica programada desde Washington. Con toda certeza, jamás el mundo ha asistido a una descarga publicitaria de tal magnitud e intensidad, comandada desde Washington y sincronizada en cada gran capital del mundo hasta el más pequeño poblado en cada país.
Acusar a Chávez como dictador desquiciado, a Fidel y Raúl como monstruos impiadosos a la cabeza de un régimen represor, a Evo como indio bruto que se acopla a los dictados de La Habana y Caracas no es únicamente un acto de vesanía y cinismo sin límites: es un paso imprescindible de intoxicación de masas en pos de la creación de una opinión pública mundial dispuesta a admitir que el aparato bélico del imperialismo se descargue contra estos pueblos.
La causa de esa necesidad de hierro para la plutocracia de Washington está a la vista: a 200 años de la gesta independentista, una oleada revolucionaria atraviesa el continente, gana más y más voluntades, abre un abismo entre Estados Unidos y los pueblos oprimidos y presagia batallas que, sean cuales fueren sus avatares y meandros, culminará con la derrota del imperialismo y la creación de un mundo nuevo. Como hace dos siglos, he allí al imperio malherido lanzando terribles zarpazos con furia irracional. Como hace dos siglos, sólo hay dos opciones.

Fuerzas irracionales desatadas

Por debajo de la conducta guerrerista de gobernantes del partido Demócrata, Barack Obama y Hillary Clinton, hay fuerzas objetivas que guían sus pasos. Hay que repetirlo: la crisis no ha terminado. El mismo aparato de tergiversación que denuesta a los líderes de Cuba y Venezuela convenció al mundo el año pasado de que el colapso sistémico de 2008 había sido superado. Nada más falso. Las sumas siderales de dinero ficticio volcadas al mercado para salvar Bancos y revertir caídas bursátiles no torcieron un milímetro lo esencial de la tendencia: la caída de la tasa de ganancia se acentuó; la desocupación aumenta sin pausa; la sobrecapacidad de producción y las mercancías excedentes, en todos los rubros, empujan hacia una nueva fase de la crisis, en la cual el eje no será ya el ámbito financiero sino lisa y llanamente el terreno de la producción. Futuros estallidos –anunciados esta vez por numerosos publicistas del capital, empeñados en no perder la oportunidad de lucirse, como les ocurrió dos años atrás– ya no serán el reflejo distorsionado de la crisis estructural en el mundo financiero, sino la traducción directa en el plano de la producción. La recesión tenderá con más potencia a transformarse en depresión. Y esto ocurrirá nuevamente con epicentro en el mundo altamente desarrollado: el proletariado de los países avanzados estará compelido a la lucha por la fuerza irracional de la crisis capitalista. Las turbulencias en Grecia, la fractura de la Unión Europea frente a ese episodio –que en el terreno informativo ha ocultado desequilibrios aún mayores en España, Portugal, Irlanda e Italia– es un tibio adelanto de lo que viene gestándose en las economías mayores de la UE: Alemania y

Francia.

El FMI recupera su lugar de comando en la aplicación de medidas paliativas en función del capital de mayor envergadura en los centros imperialistas. Pero esas medidas no pueden sino glosar la única respuesta que tiene el capital frente a su crisis estructural: despidos masivos, reducción del salario real, aumento de los ritmos de trabajo, disminución drástica o directa abolición de todos y cualesquiera beneficios obtenidos por los trabajadores a lo largo de la segunda mitad del siglo XX; presión a la baja de las materias primas. En la medida en que estas políticas pueden ser inicialmente aplicadas por la ausencia de una clase obrera para sí (consciente de su lugar en la sociedad y organizada para ocuparlo), la coyuntura podrá nuevamente ser manejada durante un breve lapso por los estrategas del capital. Sin embargo, esos paliativos, por lo mismo que contribuyen al ahorcamiento de la demanda, sólo pueden acelerar la marcha hacia la depresión. El hecho de que el epicentro de este fenómeno esté en los países imperialistas, por ignorancia o intención perversa ha llevado a no pocos teóricos y dirigentes políticos a sostener que las economías mayores del mundo no desarrollado pueden no sólo eludir el impacto del colapso, sino incluso ser aprovechado para conquistar un lugar predominante en un nuevo diseño económico mundial. Semejante ilusión no sólo carece de fundamento, sino que desarma por completo a los pueblos y las clases trabajadoras de esos países: el mercado mundial es uno; si se desmoronan sus estructuras más elevadas, el conjunto quedará inexorablemente sepultado por los escombros. En medio de la depresión, el mecanismo comercial planetario de mayor efectividad son los ejércitos imperialistas. La lógica intrínseca de la crisis es la marcha hacia la guerra. Basta mirar en derredor, observar los sucesivos periplos de la Sra. Clinton, para comprobar que no se trata de un pronóstico agorero, sino de una realidad palpable. Sólo hay una manera de frenar esa dinámica tan objetiva e irracional como lo es el sistema que la engendra: cambiar las reglas del juego, abolir el sistema capitalista.

Desarrollo desigual

Esta es la coyuntura histórica en la que ocurre el Bicentenario. El rasgo distintivo principal no es que hoy América Latina retoma un combate independentista, sino que contiene y proyecta el único proceso que, en su desenvolvimiento, puede dar respuesta al colapso capitalista planetario. Pese a desigualdades entre los gobiernos de tal magnitud que pueden llevar a negar la existencia de un proceso conjunto en el área, existe un entrelazamiento, visible o subterráneo según los casos, que traza un curso general en sentido estratégico aunque no logra imponer un ritmo acompasado. De allí se desprende que las tareas de mayor envergadura son afirmar los procesos revolucionarios en marcha y encontrar los medios que permitan combinar aquellas desigualdades, so pena de que se impongan las fuerzas centrífugas y desbaraten el conjunto. La otra consecuencia obvia es que Estados Unidos en particular y el conjunto imperialista en general tienen, como imperativo de sobrevivencia, la necesidad de cercenar la cabeza de la revolución en América Latina. Se vuelve entonces al significado real de la ofensiva desatada contra Venezuela y Cuba: la manipulación y la mentira en escala jamás vista no hace sino traducir una necesidad intrínseca del capital en crisis. De la misma manera que éste debe bajar salarios aunque con ello produzca una caída de la demanda agregada, lo cual equivale a empujar más hondo el puñal que le parte el corazón, está obligado a falsificar, engañar y tergiversar, aunque la evidencia de los hechos reales redunde en inmediato debilitamiento del corpus ideológico ficticio tras el que esconde la conducta brutal de una fiera herida de muerte. Por eso la batalla de ideas está planteada de manera tal que es posible vencer sin ambigüedades al imperialismo.

Vª Internacional

Hay que darle crédito al informe de Fraser y entender sus preocupaciones. No cabe duda de que el gobierno de Hugo Chávez trata de limitar la injerencia estadounidense donde sea que tenga oportunidad de hacerlo. También es indudable que la Revolución Bolivariana sigue comprometiéndose con la región y lo hace en pos de lo que el subordinado de Obama denomina “su agenda socialista”. Pero hay más aún: pese a la multiplicidad de dificultades internas, inmensas como cordilleras, Chávez ha lanzado la consigna de articular y recomponer fuerzas antimperialistas y anticapitalistas en una nueva Internacional. Semejante intuición estratégica obra como una descarga eléctrica de 50 mil voltios en la estructura mental del jefe del Comando Sur (¡y no sólo la suya!). Ese llamado obtuvo de inmediato respuesta positiva desde las fuerzas responsables de la conducción políticas en los procesos revolucionarios del continente, así como innumerables destacamentos anticapitalistas con mayor o menor gravitación numérica en cada punto del planeta. En el umbral de una instancia dramática para la historia de la humanidad, comienza así un camino de recomposición revolucionaria a la escala de las exigencias planteadas. Durante las celebraciones del Bicentenario en Caracas, en el marco de una consistente aceleración de la Revolución Bolivariana en la transición hacia el socialismo, coincidirán en la segunda quincena de abril la conclusión del Congreso extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela, los preparativos para iniciar la conformación de una Vª Internacional, la cumbre del Alba y una cantidad de reuniones a nivel presidencial de los miembros de Unasur. Allí se jugará la suerte también de otra conquista formidable: la consolidación de la Comunidad de Naciones de América Latina y el Caribe, una OEA sin Estados Unidos que por su sola proclamación prueba la dinámica de retirada política de Washington. Esa fragua portentosa de ideas y programas es la manera más genuina y vital de honrar la memoria de aquellas vanguardias del pensamiento y la acción, que en 1810 comenzaron a andar el largo camino de la libertad.

Por Luis Bilbao.
Director de la Revista America XXI

viernes, marzo 12, 2010

Cochabamba: centro de debate y compromiso con la Madre Tierra



Pachamama: declarado por la ONU como Héroe Mundial Defensor de la Madre Tierra, el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma será el anfitrión de un encuentro que reunirá en la ciudad de Cochabamba a no menos de dos mil delegados. Se trabaja sobre temas como Causas Estructurales; “Vivir bien” en armonía con la Naturaleza; Derechos de la Madre Tierra; Referendo sobre Cambio Climático; Tribunal sobre Derecho Ambiental; Refugiados Climáticos; Pueblos Indígenas; Deuda Ambiental; Protocolo de Kioto; Compromisos de Reducción de Emisiones; Financiamiento y Transferencia de Tecnología. También se realizarán eventos plenarios y conferencias, que concluirán el 22 de abril, Día Mundial de la Madre Tierra.
Ante el fracaso de la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático, realizada en Copenhague en diciembre pasado, el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, junto a organizaciones populares de los cinco continentes, jefes de Estado y expertos científicos de reconocimiento internacional, ha convocado a la nueva cumbre que se realizará en Cochabamba, del 19 al 22 de abril próximo.
Esta reunión, denominada Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, demandará el reconocimiento de la organización de las Naciones Unidas, como instancia superior, para hacer que las resoluciones que se adopten sean imperativas a los países miembro.
Si bien todas las regiones del planeta están siendo golpeadas por los cambios climáticos, es en América Latina y el Caribe donde se han presentado situaciones de catástrofe social y ecológica. La cordillera de Los Andes, que atraviesa Sudamérica, está perdiendo rápidamente sus cualidades glaciares; el gigante Amazonas reduce regularmente sus zonas verdes; el Acuífero Guaraní es amenazado, mientras que en el Caribe y la costa del Pacífico se acentúan las presiones sobre las poblaciones que viven en las costas marítimas por el azote de los temporales.
Aprovechando su liderazgo internacional y las relaciones con organizaciones de todas partes del mundo, Morales ha planteado reunir a más de dos mil delegados con el objetivo de aprobar una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra y un Plan de Acción Mundial destinado a impulsar y ejecutar políticas que mitiguen los alcances mortales de los cambios climáticos que están afectando fuertemente a la población mundial, en particular a la que habita en las regiones más pobres del planeta.

Denuncias

Durante la cumbre en Dinamarca, los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia, denunciaron que las potencias industriales capitalistas, junto con China e India, son las responsables de los más altos niveles de contaminación y producción de elementos que provocan el calentamiento global.
Los temas a ser abordados en la reunión de Cochabamba están marcados por una fuerte tendencia a denunciar a los responsables de la catástrofe que se avecina para la humanidad: las potencias imperialistas afectan rudamente los equilibrios ecológicos, destruyen la naturaleza con la finalidad de conseguir mayores ganancia y lucro, mayor extracción de los recursos naturales e incentivan el alto consumismo que practican sus insaciables poblaciones.
Los expertos y científicos tendrán a su cargo el análisis sobre las causas estructurales de los cambios climáticos y el calentamiento global, las acciones de reducción y mitigación necesarias para evitar las situaciones extremas y las amenazas que acechan a la naturaleza bajo un destructivo modelo económico. Por su parte, los líderes políticos y los delegados sociales abordarán aspectos relacionados a los derechos de la Madre Tierra, la formación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática, la Deuda Climática y las Migraciones Climáticas, que se convierten ya en un grave problema social. También se analizarán las negociaciones sobre responsabilidades y acciones a ser asumidas y la necesidad de realizar un referendo mundial sobre este tema.
De manera coordinada, las cinco organizaciones sociales y populares más grandes de Bolivia, la Confederación de Campesinos; la de Mujeres Campesinas; los Colonizadores y Cocaleros; las Juntas Vecinales y los Indígenas de Oriente y Occidente, convocaron a masivas concentraciones y manifestaciones durante la realización de la Cumbre. Paralelamente, en varias partes del mundo se realizarán actividades similares como respaldo a una política alternativa sobre Cambio Climático.

El liderazgo de Evo Morales

El presidente boliviano consiguió apoyo internacional para su iniciativa climática como alternativa a las propuestas de las potencias industriales. A través de visitas a países de los cinco continentes y en su encuentro con delegados de organizaciones indígenas, en enero pasado en Tiawanacu, cuando asumió la presidencia por segunda vez respaldado por el 64% de votos, Morales tiende a consolidar un movimiento mundial en defensa de la naturaleza.
En su reciente visita a México, en ocasión de la Cumbre de Río y el Caribe, el 23 de febrero, Morales se reunió en Coyoacán con delegados de 300 organizaciones campesinas, sindicales, indígenas y universitarias, que lo declararon “guía moral” de los pueblos por su propuesta de defensa de los Derechos de la Tierra.
Al respecto, las Asambleas Constituyentes de Ecuador, especialmente, y Bolivia, han incorporado a sus Cartas Magnas una serie de disposiciones que establecen derechos específicos de la naturaleza, considerada como el fundamento de la vida humana y la necesidad de evitar su destrucción, ya que esto significará la destrucción de la propia humanidad.
La Pachamama, o Madre Tierra, debe ser recuperada en sus equilibrios naturales, frente a la acción humana industrialista y consumista del capitalismo que la ha puesto en grave peligro, junto a la existencia misma de los seres humanos. En su posesión presidencial, Evo Morales recordó la declaración, en el siglo XIX, del jefe indio norteamericano Seattle frente al presidente de Estados Unidos: “no se puede vender la tierra y la naturaleza porque es como vender a la propia madre”.

Desde La Paz, Eduardo Paz Rada

domingo, marzo 07, 2010

Dudas y certezas después de ocho años de gobierno Lula


Por Luis Bilbao

Balance: en 1989, cuando Lula disputó por primera vez la presidencia, Estados Unidos esperó su derrota para invadir Panamá. Por estos días y con razones análogas, trabaja para que el PT pierda las elecciones del 3 de octubre. Por sobre cualquier valoración del gobierno de Luiz Inácio da Silva, la victoria de la oposición burguesa a su gobierno abriría el espacio para que los estrategas de Washington puedan continuar con sus planes guerreristas para la región. Dos períodos de gobierno petista en Brasil significaron un salto adelante en la historia de los de abajo. Sus logros sólo pueden ser desconocidos por ideólogos de la reacción. No obstante, al cabo de ocho años, aparte de no haber resuelto innumerables problemas básicos, el PT no fortaleció la estructura partidaria, no desarrolló un proceso de organización de masas con ejercicio concreto del poder, no ganó más espacio social en capas explotadas y oprimidas y, en consecuencia, no cuenta seguro siquiera el voto de la masa beneficiada por su gobierno. El saldo de Lula está en suspenso. Resta saber si la inteligencia política y la visión estratégica de la dirección petista apuntan en la dirección correcta para dar continuidad positiva. Invitado en su condición de militante político, el director de América XXI participó del Congreso del PT; lo que sigue es su despacho desde Brasilia. También se reproduce textual y completa la resolución sobre táctica electoral y política de alianzas.
Inequívocas conquistas. Inabarcables compromisos pendientes. Temores sobre la respuesta ciudadana en la elección presidencial de octubre próximo. Tales los sentimientos entrecruzados de los 1350 delegados al IVº Congreso del Partido dos Trabalhadores (PT), cuya tarea principal consistió en designar la candidatura presidencial y sancionar formalmente la decisión de concurrir a la crucial disputa en alianza con un antiguo adversario, a menudo feroz: el Partido do Movimento Democrático do Brasil (Pmdb), que ocupará el segundo lugar en la fórmula. En ese cruce de caminos el PT celebró sus 30 años de vida.
Es notoria la diferencia de este encuentro con tantos otros que, desde su fundación el 10 de febrero de 1980, fueron trazando la historia del PT. No se percibe la abrumadora presencia obrera, sindical y juvenil de entonces. Los debates entre las diversas tendencias continúan siendo duros –y como siempre cuidadosos de la unidad– pero son escasos y circunscriptos; sobre todo, tienen otro contenido. Pese a que la victoria electoral no está garantizada, los delegados no discutieron con qué programa ganar el alma de tantos millones de brasileños que sufren la desigualdad extrema de este país. En cambio, como principal cuestión ante las elecciones se debatió –muy poco, con acuerdo previo largamente hegemónico– la decisión de dar un paso histórico para el PT: una alianza electoral con el Pmdb.
En el Palacio de Convenciones de Brasilia impactaba sobre todo la falta de ardor en la militancia, el espíritu radicalmente diferente a encuentros del pasado que emanaba de esta reunión, acaso dominada por dos sentimientos a todas luces evidentes: el orgullo por las grandes conquistas alcanzadas en ocho años de gobierno y la presunción de que algo fundamental, algo que se lleva muy hondo en el corazón y la conciencia, incluso sin saber expresarlo, ya no envaraba y proyectaba las ilusiones de los delegados. No es difícil aprehender las causas de esa diferencia. En junio de 1989, en los prolegómenos de la primera gran contienda electoral en la que Lula sería candidato, 600 delegados al 6° Encuentro votaban alborozados, con una poderosa energía ausente en este Congreso, un documento que decía: “El PT no cree en la posibilidad de una etapa de capitalismo popular (...) El binomio cambios económico-sociales radicales y democracia, es la clave para construir un bloque mayoritario capaz de llevar a Lula a la presidencia”. Hoy, la mayoría de los delegados traga con dificultad una afirmación curiosa: el próximo período será de “post-neo-liberalismo”, fórmula que, aparte su falta de sustento teórico, no parece apta para despertar grandes pasiones y esperanzas. Ironías de la historia: el imponente lugar de sesiones lleva el nombre de Ulyses Guimaraes, el veterano líder democrático burgués que a la cabeza del MDB, principal formación política durante la dictadura y el primer período posterior, enfrentó a Lula en 1989. Era la primera vuelta de la primera elección directa de Presidente; y en aquella oportunidad el MDB obtuvo el 4% de los votos. El único Partido de la burguesía quedó vaciado por el poderosísimo influjo del PT, el cual en la segunda vuelta no alcanzó el gobierno sólo por una formidable operación de último momento urdida por el gran capital local e imperial, que inventaron un candidato de utilería y apelaron maniobras sin ahorrar bajezas para arrebatar la victoria segura de aquel partido, entonces recién nacido y con un candidato que simbolizaba la irrupción del proletariado paulista en la política brasileña. Tres décadas después, el fallecido Guimaraes, a quien todos y en primer lugar él mismo consideraban el inevitable presidente después de la dictadura, podría regodearse al ver que el PT recurre, para intentar ganar la próxima elección, a su partido renacido de las cenizas pese a inenarrables acusaciones de corrupción. Con todo, las ironías que podría lanzar Ulyses quedarían muy por detrás de las invectivas lacerantes que con certeza habría esgrimido Leonel Brizola, del Partido Democrático Trabalhista (PDT, socialdemócrata), otro líder histórico que vio destruidas sus ilusiones de ser Presidente por la entrada violenta en el escenario de un obrero metalúrgico y desde entonces, incluso obligado a apoyar al PT en varias circunstancias, lanzó los más envenenados dardos imaginables contra Lula. Ocurre que la candidata designada ahora por el PT, Dilma Rouseff, era militante del PDT, del cual se apartó recién en 1990, para integrarse al gobierno estadual del petista Olivio Dutra en Río Grande do Sul.

Conquistas de dos períodos presidenciales Empresas

Consultoras de toda filiación subrayan un hecho impactante: más del 80% de la población brasileña respalda a Lula. No hubo dirigente que en su exposición omitiera ese dato, revelador sin duda del resultado político de su gestión. Tras ese recado, los oradores defensores de la tendencia mayoritaria desgranaban otros datos contundentes: 20 millones de personas salieron de la pobreza; 350 mil familias campesinas fueron asentadas; 215 mil jóvenes están cursando en escuelas técnicas que pasaron de 140 a 354, mediante la inversión de 1.100 millones de reales; la inversión en programas sociales alcanzó los 33 mil millones de reales, un aumento del 189% en relación con el período anterior; se crearon 11 millones de empleos; la inflación cayó para ubicarse en torno del 4,5%; el PBI creció a un promedio del 3,1% anual, contra el 2,1% del período anterior; la moneda se revaluó positivamente frente al dólar; las reservas en divisas pasaron de 37.800 a 236 mil millones de dólares. Y un dato que numerosos expositores, incluida Dilma en su discurso de aceptación de la candidatura, presentaron como símbolo del éxito petista: cuando asumió Lula, Brasil debía 14 mil millones de dólares al FMI; ocho años después, es el FMI quien debe 14 mil millones a Brasil. Fueron subrayados igualmente los éxitos del gobierno PT en materia de política internacional, resumido con una imagen apropiada: hasta ahora, en el mundo Brasil era sinónimo de Pelé; ahora el símbolo nacional es Lula. Otro resultado reiterado fue el de haber cambiado la realidad energética de largo plazo al hallar reservas petrolíferas por 60 mil millones de barriles. Con legítimo orgullo, los dirigentes y el propio Lula en sus dos intervenciones aludieron una y otra vez a la política de integración latinoamericana y de aproximación a áfrica, así como al Bric (Brasil, Rusia, India y China) y al bloque de India-Sudáfrica-Brasil. Un lugar especial ocupó la reiterada reivindicación del papel de Brasil como país rector de la Minustah, la fuerza militar de intervención en Haití. Y aquí otra vez aparece la diferencia con los congresos del PT anterior: no hubo voces que desafiaran el significado de congratularse por ser acreedores del FMI o de encabezar la fuerza militar de intervención en Haití.
Campesinos sin tierra, favelados, trabajadores con paga mínima y millones de marginalizados podrían poner en contexto la contundencia indiscutible de aquellas cifras, que incluyen la asistencia alimenticia a unos 11 millones de habitantes, lo cual significa, nada menos, que esa masa humana ha dejado de sufrir los horrores del hambre. Brasil, el país de los grandes contrastes en su geografía y en la condición social de sus 200 millones de habitantes, transfunde esas contradicciones a las venas del partido gobernante y produce en su organismo una dicotomía dolorosa, a partir de la cual entra en un ángulo sombrío la valoración del saldo final.

Apuesta por el capitalismo

“El gran desafío (...) exige pensar en transición directa al desarrollo sustentable. Dentro de esta perspectiva deben ser elaboradas las Directrices y el Plan de Gobierno del PT 2011-2014”, dice la resolución votada. Y agrega: “La alternativa practicada por el gobierno Lula de desarrollo con distribución de renta, fortalecimiento del mercado interno, inversión estatal y apoyo estatal para la formación de grandes empresas nacionales, integración en el mercado en un nuevo orden económico internacional con competitividad y la preocupación con los activos ambientales, fue fundamental y necesario para impulsar el crecimiento económico y garantizar conquistas sociales”. Y más adelante precisa la idea: “El objetivo estratégico es transformar a Brasil en un país desarrollado, con indicadores de bienestar social aproximados a la media de los países desarrollados e indicadores de sustentabilidad ambiente superiores a la media de los practicados por los países de la Ocde”.
No es necesario abundar en citas para extraer la sustancia de la resolución aprobada por el Congreso para fijar las líneas de un próximo gobierno petista: sin rodeos se asume la perspectiva del capital para afrontar la inmensa tragedia social de este país continente. Incluso un joven dirigente estudiantil que con tono enfático denunció la deserción del 70% de los estudiantes secundarios, dejó implícita su convicción de que ese flagelo se resolverá con voluntad política –que descuenta, con todo fundamento– del PT y su eventual próximo gobierno. Ensanchar la base del mercado y tonificarlo integrando a millones de excluidos, aminorar las abismales distancias en la distribución de la renta, crear grandes empresas nacionales que ganarán espacio en su ámbito natural, América Latina, son los ejes de la estrategia asumida. En los hechos, esta concepción fue asumida antes de la primera victoria de Lula.
Es la reaparición, implícita, del gran debate: reforma o revolución. No hay diferencia alguna entre las opciones de, por ejemplo, el Partido Socialdemócrata Alemán a comienzos del siglo XX, y las que ahora atraviesan al PT. Y la resolución no deja lugar a dudas: se trata de reformar el capitalismo. Por eso la crisis mundial del sistema es una cita suelta en los textos congresales. La opción busca afanosamente respaldo teórico y allí se halla la causa de otro dato sobresaliente de la realidad actual del PT: la escualidez de su producción teórica, que permite afirmaciones tales como “el mundo está ante una etapa histórica de post-neo-liberalismo”. Puede que resulte difícil entender el significado preciso de tal afirmación. En cambio, es claro lo que deja como conclusión negativa: el socialismo no es la tarea para el próximo período histórico. El vuelo teórico de tales argucias está a la altura del objetivo que se proponen. Y requiere de intelectuales a la medida, lo cual viene a explicar otra diferencia del actual PT: el vaciamiento de figuras de relieve y consistencia teórica en sus filas.
Un dato significativo, abierto a múltiples posibilidades, está dado por las características del nuevo presidente del PT, Eduardo José Dutra. Ex senador y ex presidente de Petrobras, Dutra inauguró su período con un discurso sincero, en el cual hizo una encendida defensa de la historia del PT, reivindicando incluso a las figuras transformadas en blanco de todas las injurias por la prensa burguesa. Simultáneamente, Dutra exaltó la tradición partidaria y reivindicó la opción desarrollista en alianza con el Pmdb. El nuevo presidente petista subrayó que había sido elegido por el voto directo de unos 500 mil afiliados. No es pequeña victoria, después de la crisis partidaria. No obstante, vale recordar que en 1989 el PT tenía unos 800 mil afiliados. Y que en relación con los 200 millones de habitantes de Brasil, y aun en términos absolutos, en comparación con el Partido Socialista Unido de Venezuela, que cuenta con más de siete millones de afiliados y un activo permanente de alrededor de un millón y medio de militantes, el PT ha dejado de ser el partido de mayor envergadura en el continente. Como sea, las cartas están echadas: ésa es la estrategia asumida formalmente por el PT. Las izquierdas que de manera más o menos consciente y adecuadamente se apartaron en los últimos años de esa orientación, no lograron conformar ni en la teoría ni en la práctica una opción valedera frente a la deriva de la dirección partidaria encabezada por Lula. Las tendencias revolucionarias que aún se mantienen disciplinadamente en el partido, no pueden sino sumarse a la fuerza predominante. Hasta cierto punto, una excepción a esta regla reside en el Movimento Sem Terra. Por todo un período, mientras la realidad mundial y local no dé lugar a nuevas oleadas de protagonismo de los trabajadores, desde el gobierno o la oposición el PT regirá la marcha las luchas sociales en Brasil.

Candidata inesperada

Sin desmedro de sus ostensibles y reconocidas condiciones, Dilma no era la candidata natural del PT. Sólo el violentísimo golpe moral y político sufrido por este partido en 2005 pudo poner fuera de juego a, por lo menos, una docena de líderes fundadores de esta fuerza política excepcional. Aquella situación, de la cual se ocupó en detalle América XXI en su edición de septiembre de 2005, dio lugar a una ofensiva impiadosa del gran capital financiero e internacional, apuntada a quebrar la columna vertebral de este partido obrero.
Por sobre cualquier juicio de valor, aquellos destacados militantes tenían no sólo el derecho histórico de ocupar el privilegiado lugar, sino la oportunidad (y, en más de un sentido, la necesidad), de mantener una línea de continuidad con los postulados originarios del PT. Pero hechos de inocultable corrupción extrema, tomados como catapulta por los medios y los partidos del capital, pusieron a Lula a la defensiva y arrasaron con aquellos cuadros dirigentes. El episodio debilitó de manera brutal los cimientos sociales del PT, cargándolo con un desprestigio extendido que aún gravita ostensiblemente en la sociedad brasileña. La misma opinión pública que entroniza hoy casi sin barrera de clases la figura de Lula, denuesta al PT, lo cual constituye una pesada y peligrosa carga para la campaña electoral. En ese cuadro la decisión de Lula, sancionada por el Congreso, de escoger a Dilma Rouseff como candidata, priva a la oposición de armas potencialmente letales para la campaña, además de colocar un factor potencialmente positivo para la contienda: una mujer como candidata.
De hecho, según las encuestas Dilma tenía en diciembre un 17% de aceptación y subió al 25% en las últimas mediciones. Antes de comenzar la campaña, el candidato del Partido Social Democrata Brasileiro (Psdb), José Serra, aún no proclamado formalmente, le lleva 10 puntos de ventaja. El peso de Lula en campaña y, precisamente, el “factor mujer” como novedad electoral, sumado al respaldo objetivo de las conquistas alcanzadas en ocho años, puede darle una nueva victoria al PT en octubre. Pero esa posibilidad, está todavía lejos de ser una certeza.
La victoria del PT no sólo es del interés de las fuerzas revolucionarias de la región. Todas las formaciones de carácter democrático, conscientes de la inmensa amenaza a la paz y la institucionalidad burguesa que implica el cerrojo militar estadounidense en el hemisferio, tienen igualmente el mismo interés objetivo. La sola existencia de un gobierno petista pone una barrera al desenfreno imperialista. Aunque el Psdb representa con mayor genuinidad los intereses del gran capital industrial brasileño y, por lo mismo, no cambiaría vectores fundamentales de la política internacional brasileña, sería sin duda más vulnerable a las tremendas presiones que Estados Unidos y la Unión Europea ejercen sobre el gobierno del Planalto. Se trata de la base social objetiva de uno y otro partido. Las ambigüedades del gobierno Lula se transformarían en concesiones mayores a la voluntad geopolítica de Washington. Y esto redundaría en la apertura de la grieta que afanosamente busca el imperialismo para clavar una cuña en el corazón de América Latina.

Desde Brasilia

jueves, febrero 18, 2010

Adiós querido profesor Kimel


Quiero dejar mi más sentido dolor plasmado en este espacio por la muerte del periodista Eduardo Kimel y, fundamentalmente, transmitir lo importante que ha sido este valiente hombre para los hombres de prensa.
“Muchachos tengan siempre presente que ustedes son trabajadores, eso somos los periodistas”, ésta es una de las últimas frases que le escuche decir a Eduardo en las viejas aulas del Instituto Grafotécnico.
Y eso fue siempre Eduardo un gran trabajador, luchador y defensor de la prensa Argentina y la libre expresión
Kimel fue mi profesor de técnica periodística en el último año de mi carrera, pero por sobre todas las cosas un amigo que me enseñó a sobrellevar los malos tragos de la vida.
Profesional y riguroso con la profesión así era Eduardo con sus alumnos, aunque compartir con él un café, una pizza en la avenida Corrientes era cuestión de casi todos los días para los alumnos del grafo.
El profe falleció a los 57 años de edad en una clínica de Buenos Aires, donde había sido internado por una descompensación relacionada con una enfermedad renal que lo aquejaba desde hacía varios años.
La Secretaría de Derechos Humanos expresó su profundo pesar por el fallecimiento de Kimel, "un ferviente defensor de la libertad de expresión" y destacó la publicación de su libro "La masacre de San Patricio", en el que investigó el asesinato de tres sacerdotes palotinos y dos seminaristas durante la última dictadura militar.
Además, a través de un comunicado, la Secretaría resaltó que "la lucha judicial de Kimel por hacer efectivo el derecho a la información fue decisiva para que durante el año 2009 se convirtiera en ley la eliminación de los delitos de calumnias e injurias, en casos de interés público".
Kimel se desempeñaba desde abril de 2008 como editor de información latinoamericana de la agencia alemana de noticias DPA, en Buenos Aires, después de haber trabajado varios años en la sección Internacional de la agencia Télam, donde se desempeñó con marcado profesionalismo en coberturas tanto nacionales como en el exterior.
En 1989 publicó el libro "La masacre de San Patricio", en el que abordó el asesinato de tres sacerdotes palotinos y dos seminaristas a manos de la última dictadura (1976 a 1983) y en el cual denunció la actuación de las autoridades encargadas de la investigación, entre ellas el juez Guillermo Rivarola.
Seis años después, en 1995, Kimel fue condenado a un año de prisión en suspenso y al pago de una indemnización de 20.000 pesos (por entonces igual a dólares) como culpable de "injuria y calumnia" por una denuncia del juez al que mencionó en su investigación.
"Este proceso fue muy largo pero valió la pena. No por una cuestión personal, sino por lo que tiene que ver con la memoria colectiva. En estos años hubo muchos compañeros que me acompañaron", señaló Kimel en 2007 al presentar su caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que finalmente en 2008 falló a su favor en la apelación que presentó contra el Estado argentino.
En ese mismo ámbito y en esa ocasión, recordó especialmente a su fallecida esposa Griselda Kleiner. "Ella estuvo al lado mío, jamás me abandonó. Era una luchadora social, cordobesa, protagonista del `Cordobazo`", rememoró.
Andrea Pochak, abogada de nuestro colega y compañero, y directora ejecutiva adjunta del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), se mostró muy golpeada al enterarse de su fallecimiento.
"Lamento profundamente esta pérdida. Era un luchador por la libertad de expresión en el país. Su caso deja un gran legado en ese sentido. Era un hombre comprometido con la verdad y con la profesión".
El velatorio se realizó en Acevedo 384, en el barrio porteño de Caballito, y el entierro tuvo lugar en el Jardín de Paz de la localidad bonaerense de Pilar.
Querido profesor gracias por su legado y su amistad, su alumno de Ameghino, del que tanto se reía usted lo recordará por siempre. "Che, Juan, ¿en Ameghino hay autos o se movilizan a caballo? sabia bromear. Adiós Maestro.

Juan Mansilla. (Fuente TELAM)

martes, febrero 09, 2010

América Latina no gira a derecha



Por Luis Bilbao

Es posible hallar en la tragedia de Haití el símbolo de un volcánico desplazamiento de clases y partidos a lo largo del continente, remezón obligado del seísmo que, en 2008, derrumbó el sistema financiero internacional. No es necesario forzar esa misma imagen para señalar que Estados Unidos responde a la ruptura del statu quo hemisférico con el mismo criterio estratégico según el cual Barack Obama envió 16 mil soldados a la isla caribeña. El hecho es que en cada país se observa un realineamiento de dirigencias, partidos y organizaciones sociales. Así, el bicentenario coincide con el inicio de una era signada por el colapso del sistema capitalista y su traducción en el mapa político continental. Las clases fundamentales de la sociedad se deslizan hacia uno u otro ángulo del arco político, la más de las veces de manera inconsciente. Nuevas y antiguas expresiones de las tendencias objetivas que empujan y simultáneamente frenan la dinámica de convergencia regional, traducen por estos días en sus avatares un complejísimo polígono de fuerzas sin resultante predecible. El futuro está, como pocas veces en la historia, a la espera de una formidable prueba de fuerzas entre la irracionalidad y la inteligencia, entre la brutalidad de cenáculos enceguecidos y el acervo más lúcido y generoso de las luchas sociales en los dos últimos siglos.

Dialéctica y desarrollo desigual

Mientras tanto, Unasur, instancia de extraordinaria potencia, fue afectada por el efecto disgregador ya desde fines de 2008, cuando los gobiernos de Brasil y Argentina resolvieron afrontar el colapso capitalista desde la perspectiva del G-20, es decir con la estrategia estadounidense. El Mercosur, paralizado por un conjunto de razones económicas y políticas en el último quinquenio, no sólo no logra consumar la incorporación de Venezuela, sino que es cada vez menos eficiente en su mezquino cometido primigenio: el de instrumento facilitador para el intercambio comercial. El Pacto Andino es ya prácticamente inexistente. La Organización de Estados Centroamericanos, a partir del golpe en Honduras y la victoria derechista en Panamá, está siendo manipulada con un único objetivo: rodear, ahogar y aplastar a Nicaragua. Al margen de otras implicancias, el resultado electoral en Chile afectará adicionalmente a Unasur. Junto con Colombia y Perú, este país conforma ahora un bloque formalmente alineado con Estados Unidos y obrará como Caballo de Troya en el concierto de los 12 países de la Unión de Naciones Suramericanas. Un segundo bloque dentro de Unasur se desgarra entre la toma de distancia frente al guerrerismo estadounidense y la subordinación a sus dictados económicos. Cumpliendo con una ley de hierro del desarrollo histórico, el movimiento convergente que signó la última década se descompone en numerosas tendencias posibles y, a partir de la solución de continuidad en ese proceso, establece las bases para retomar el impulso en un plano superior, seleccionando y redefiniendo a los actores del nuevo momento histórico. No faltan quienes interpretan esta instancia de la dialéctica histórica como un “retorno de la derecha” en América Latina. Craso error, fruto de la confusión entre deseo y realidad, o de concepciones reformistas que, amarradas a la lógica formal, se resisten a asumir lo obvio: la crisis desgarra la sociedad, polariza a las clases, atrapa a dirigentes y partidos y los arroja a un torbellino donde sólo por excepción consiguen afirmarse y orientarse.

Los hechos y la mirada

Pero no se trata de interpretaciones complejas. Se ve a la luz del día que en ningún país de América Latina hay un movimiento de masas con el menor signo de identificación con estrategias contrarrevolucionarias. Todo lo contrario es verdad; al punto que las fuerzas reaccionarias están obligadas a camuflarse con discursos progresistas. Los ejemplos de candidatos que en Venezuela intentaron ganar votos retomando consignas de la Revolución Bolivariana, fueron y serán reiterados por el Departamento de Estado. Esas tácticas impuestas por Washington prueban que los estrategas del imperialismo no estiman que las masas estén girando a la derecha, aun cuando la rémora histórica de confusión, desideologización y desorganización, a menudo las deje inermes frente a maniobras electorales de personas y partidos inescrupulosos. Es verdad que partidos y dirigencias que han podido aparecer como expresiones populares de estrategias progresistas están girando a la derecha. Es verdad también que en tales circunstancias, propuestas travestidas de la ultraderecha pueden lograr circunstancialmente ventaja electoral. Pero no es la superestructura política la que marca el curso de la historia. Ala inversa, la etapa que atravesamos está signada por una radicalización de masas muy profunda en todo el hemisferio, desdibujada acaso por la enorme desigualdad en grado y ritmo en cada país, pero evidente tanto en sus picos de mayor militancia (Venezuela, Bolivia, Ecuador), como en países donde los reclamos sociales no han logrado elevarse al plano de la lucha política pero se expresan, de todos modos, arrastrando imperceptiblemente a quienes se suponen gobernantes y resquebrajando instituciones e instrumentos tradicionales de las clases dominantes.

Fascismo y socialismo

Para salir de esta fase e ingresar en otra donde esté planteado un cambio del sentido histórico en el que marcha América Latina, las burguesías y el imperialismo deben infligirle a los pueblos derrotas aplastantes, estratégicamente decisivas, sólo dables mediante la fuerza militar. Pero he allí otro dato crucial de la etapa: las burguesías no pueden confiar en las fuerzas armadas de cada país para establecer gobiernos de fuerza en choque frontal con trabajadores, campesinos y juventudes. El recurso al que pueden apelar es el del fascismo, entendido en el sentido estricto de esta categoría: organización de sectores de masas para ejercer la violencia contra las franjas más conscientes, organizadas y en lucha de las clases explotadas y oprimidas. Sin duda el imperialismo y sus delegaciones locales están encaminados en esa dirección. Sin duda cuentan con decenas de millones de seres humanos arrojados a la marginalidad, la ignorancia y la desesperación, para intentar hacer de ellos una fuerza de choque salvaje contra el conjunto social. No es menos evidente que en Honduras se han apuntado un tanto a favor (aunque sería un error calificarlo como triunfo: allí la prueba de fuerzas recién comienza). Yva de suyo que en Chile se revela adónde llevan las políticas reformistas cuando no existe la fuerza suficiente para llegar a las mayorías con una propuesta revolucionaria efectiva. Pero confundir esto con la idea de que en Brasil y Argentina –para tomar dos casos sobresalientes– la estrategia imperialista y/o las expresiones políticas de la ultraderecha local pueden cambiar en esta fase histórica las relaciones de fuerza, al punto de imprimir a estos países un giro a derecha, en franco choque con la marcha emprendida en Venezuela, Bolivia y Ecuador, implica, repetimos, confundir deseos con realidad o mostrar el típico pavor reformista frente a la opción por la revolución, por la necesidad objetiva y perentoria del socialismo. Basta poner el pensamiento en la ceremonia de asunción del nuevo mandato de Evo Morales, el 22 de enero pasado, vencedor con el 64% de los votos, cuando fueron enviados al museo los atributos del poder del “Estado liberal y colonial”, como lo calificó el vicepresidente Álvaro García Linera. Basta ver la radicalización acelerada de la Revolución Bolivariana, respaldada cada día por sectores más amplios de las masas. Basta ver la aceleración de la Revolución Ciudadana y el vigor con que se replantea la organización de una fuerza política de masas en Ecuador. Pero los gobiernos de esos tres países son parte del Alba, desde donde se proyecta hacia toda América Latina y el Caribe (y más allá, mucho más allá, como quedó a la vista en Copenhague), la neta confrontación planteada por una respuesta socialista a la crisis capitalista. Es comprensible que gobiernos y dirigentes atrapados por sus propias vacilaciones y compromisos, amenazados por derrotas electorales o incluso por demandas generalizadas de las masas, agiten el fantasma de una ultraderecha en marcha victoriosa. Pero se trata de un eslabón más en la cadena de la manipulación. Tal rotunda afirmación no habilita al facilismo y mucho menos a la irresponsabilidad: el enemigo es poderoso, brutal, irracional pero a la vez inteligente e implacable. Exige por tanto la búsqueda de todas las formas de frente único. En todo caso, no hay salida sin comprender que América Latina hoy no se desplaza a la derecha. Es que la crisis deja sin respuesta posible a quienes sueñan con reformar el capitalismo. En tales circunstancias los únicos representantes posibles del capital son aquellos dispuestos a asumir sin rodeos, en todos los terrenos, la estrategia imperialista. Yen la misma medida en que no existan fuerzas con raigambre social y definiciones socialistas, queda espacio para aventureros de todo tipo en reemplazo de los partidos que el capital ya no tiene. Incluso los casos donde tales francotiradores den en el blanco se inscriben en una realidad de signo contrario: una etapa de convergencia regional en un plano cualitativamente más elevado, expresada en el Alba, que contiene, supera y proyecta todo lo avanzado mediante Unasur y las demás instancias regionales, a las cuales, lejos de antagonizar, contiene y sostiene como expresiones vivas del desarrollo desigual. Más aún: el programa, la estrategia e incluso la propuesta organizativa del Alba están diseminadas en cada rincón del hemisferio, sin excluir a Estados Unidos.

La derecha chilena capitalizó el desgaste del oficialismo




Consecuencias: el multimillonario Sebastián Piñera obtuvo tres puntos de ventaja sobre el oficialista, Eduardo Frei. La paridad de fuerzas legislativas y el temor a mayores conflictos sociales obligaron al presidente electo a aclarar que no será de derecha y que el cambio de timón será moderado. El cobre estatal, las empresas propias y las relaciones con Venezuela ocuparon las polémicas primeras 48 horas de Piñera.

Cualquier desprevenido caería en una trampa: al próximo presidente de Chile le gustan Violeta Parra y Los Prisioneros; simpatiza con la Democracia Cristiana; en 1988 votó contra la dictadura de Augusto Pinochet; promete castigo para los delitos de lesa humanidad y sostiene que la integración de América Latina debe ir más allá de lo comercial. Pero la realidad no es lo que parece: Sebastián Piñera Echenique no representará a la izquierda chilena. Ni siquiera a la Concertación, la alianza que gobernó el país en los últimos 20 años. El futuro mandatario llega al gobierno como líder de una alianza de derecha que nuclea a las autodefinidas “nuevas generaciones” de la derecha tradicional con ultraconservadores pinochetistas. Piñera alcanzó el 51,61% de los votos en la segunda vuelta electoral celebrada el 17 de enero y le permitió a la derecha chilena retornar al poder y ganar la primera elección de la era pos Pinochet con el dictador ya muerto. La vencedora Coalición por el Cambio agrupa a los partidos Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente. Una encuesta de la consultora Mori reveló en la semana de la elección que la mayor parte de los votantes de Piñera defienden el régimen de Augusto Pinochet y a él lo identifican como “francamente conservador” con una puntuación de 8,9 en una escala en la que 10 es la extrema derecha. A partir del 11 de marzo, el multimillonario, doctor en Economía por la Universidad de Harvard, estará al frente de un Poder Ejecutivo que deberá lidiar con un Legislativo de difícil equilibrio numérico, político e ideológico. La Concertación tendrá 19 asientos contra 16 en el Senado. En Diputados la derecha tendrá 58 escaños, contra 54 de la Concertación. Pero habrá que sumar en el bloque opositor a tres diputados comunistas. Otros cinco legisladores –tres del Partido Regionalista y dos independientes– muy probablemente se sumen a las filas derechistas. Esta paridad de fuerzas legislativas lleva a estimar que el cambio de timón en el Ejecutivo será moderado o, en todo caso, negociado. Más aún, uno de los economistas cercanos a Piñera, Cristián Larroulet, declaró a los medios chilenos que su gobierno “no será de derecha”.

Lo que fue y lo que será

La derrota golpeó duro en la Concertación. Aquella misma noche de la elección, más de medio centenar de jóvenes ocuparon la sede de la Democracia Cristiana para exigir la renuncia de los jefes de esa agrupación y del Partido Socialista, los socios principales de la alianza. Los manifestantes –y buena parte de la población, según encuestas previas a la elección– achacan a la dirigencia que priorizó acuerdos de cúpula antes que la participación de las bases en la toma de decisiones. Ese descontento motorizó la figura de dos candidatos presidenciales escindidos del oficialismo: Marco Enríquez Ominami y Jorge Arrate, quienes lograron 20 y 6% de los votos, respectivamente, en la primera vuelta electoral. Pese a todo, en Chile se le reconoce ampliamente a la ahora derrotada Concertación de Partidos por la Democracia, haber garantizado una compleja transición institucional, política y económica tras la caída del régimen de facto de Pinochet. Si bien la economía se basó en el modelo liberal de la dictadura, con férreo control fiscal, flexibilización laboral y alta desigualdad en el reparto de la riqueza, se lograron una fuerte reducción de la pobreza y otros avances sociales dentro de un modelo de gestión basado en la Constitución Nacional dictada por Pinochet. Según cifras oficiales, el ingreso per cápita de los chilenos pasó de 4.542 a 14.299 dólares en los últimos 20 años; la proporción de pobres bajó desde un 38% en 1990 a un 13% en 2008, la mortalidad infantil bajó de 19 a seis decesos por cada mil nacidos y el déficit de vivienda se redujo desde el 17 al 3% de las familias. Pero ahora el desafío es cómo ser oposición de un gobierno que promete ser moderado, mantener y ampliar los planes sociales vigentes, no amnistiar a los asesinos de la última dictadura y eliminar la pobreza extrema. Es cierto que Piñera no prometió erradicar el modelo educativo de la dictadura, con poca injerencia del Estado Nacional y con fuerte presencia de los capitales privados. Tampoco habló de mejorar los salarios y las precarias condiciones de trabajo de millones de chilenos. Jamás planteó democracia participativa o abrir el debate a sindicatos, organizaciones estudiantiles y agrupaciones ciudadanas. Pero no es menos cierto que tampoco Frei hizo promesas de este calibre. Varios analistas aventuran que algunos legisladores del ala más derechista de la Concertación (mayoritariamente inserta en la Democracia Cristiana) trabajarán en consonancia con el gobierno de Piñera, mientras que los más progresistas (un sector del Partido Socialista y grupos de izquierda escindidos de la Concertación) construirán un espacio capaz de atender las nuevas demandas sociales. Dicho de otra manera, la Concertación quedó en riesgo de colapso de la misma manera que lo está, internamente, cada uno de los partidos que la integran. La llegada de la derecha al gobierno exasperó los ánimos de sectores sociales que ya habían ganado la calle durante el gobierno de Michelle Bachelet. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT), emitió un alerta público: “Los empresarios llegaron al gobierno (…) el diálogo y la movilización marcarán la relación”, dijo Arturo Martínez, presidente de la principal organización sindical chilena. También organismos de derechos humanos, sindicatos mineros, estudiantes y docentes –muchos de estos sectores también críticos de la Concertación– coincidieron en que la llegada de la derecha al gobierno es una mala noticia y que la movilización popular será el camino para alcanzar las reivindicaciones demoradas o para frenar un retroceso de lo poco o mucho logrado en 20 años de Concertación.

Relación con los vecinos

En política exterior, las primeras declaraciones de Piñera –ofreció una conferencia a medios de prensa extranjeros– van de lo ambiguo a la confrontación. Opinó que “la integración no significa sólo intercambio de bienes, sino también cooperación política y cultural, e ir abriendo nuestras fronteras”. Pero también consideró que “prácticamente todos los países de América Latina, con excepción de Cuba, se reencontraron con su democracia en la década de los años 1980 o 1990”. El multimillonario cuestionó a La Habana pese a que el presidente de la Asamblea Nacional cubana, Ricardo Alarcón, lo había felicitado por su “victoria clara y neta”. Piñera dijo que él visualiza “dos grandes caminos en América Latina: uno es el que lideran países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y tal vez otros, y otro es el que lideran países como México, Brasil, Colombia, Perú y Chile”. Prometió un trato preferencial con los vecinos de Chile: Bolivia y Perú, naciones con las que su país tiene pendientes de resolución conflictos históricos, y con Argentina, “aunque no comparto muchas de las políticas que aplica el gobierno argentino”, aclaró. En la misma conferencia, el próximo presidente de Chile cuestionó al mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, “por la forma en que practica la democracia, por el modelo económico y por la forma en que maneja los temas públicos”. Pocas horas después, el presidente bolivariano pidió a Piñera “que se ocupe de resolver los problemas de su país y no se meta con Venezuela”. Aún así, Chávez se resignó: “es imposible que un empresario muy rico esté de acuerdo con una Revolución Socialista”. Si Piñera acepta la invitación de la presidente Bachelet, su debut internacional como mandatario electo será en la Cumbre del Grupo de Río, el 21 de febrero en Cancún, en la que Chile recibirá la presidencia pro témpore. Los ataques de Piñera a Venezuela y Cuba, apenas después de haber sido electo presidente de Chile pusieron incómodo al gobierno de Bachelet. El canciller, Mariano Fernández, le recomendó que “empiece a dar opiniones sobre temas internacionales una vez que esté instalado” en el Ejecutivo.

Desde Buenos Aires, Adrián Fernández

domingo, diciembre 20, 2009

Cambio climático: la hora de la verdad.


Las noticias que llegan de la capital danesa reflejan caos. Los anfitriones, después de concebir un evento en el que participarían alrededor de 40 mil personas, no tienen forma de cumplir su palabra. Evo, que fue el primero de los dos Presidentes del ALBA en llegar, expresó profundas verdades que emanan de la cultura milenaria de su raza.
Aseguró, según las agencias de noticias, que tenía un mandato del pueblo boliviano de bloquear cualquier acuerdo si el texto final no satisface las alternativas. Explicó que el cambio climático no es la causa sino el efecto, que estábamos en la obligación de defender los derechos de la Madre Tierra frente a un modelo de desarrollo capitalista, la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte. Habló de la deuda climática que los países ricos deben pagar a los países pobres, y devolverles el espacio atmosférico arrebatado.
Calificó de ridícula la cifra de 10 mil millones de dólares anuales ofrecidos hasta el año 2012, cuando en realidad se necesitan cientos de miles de millones cada año, y acusó a Estados Unidos de gastar trillones en exportar el terrorismo a Irak y Afganistán, y crear bases militares en América Latina.
El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela habló el día 16 en la Cumbre a las 8 y 40 a.m., hora de Cuba. Pronunció un discurso brillante, que fue muy aplaudido. Sus párrafos eran lapidarios.
Impugnando un documento propuesto a la Cumbre por la Ministra danesa que presidía la Conferencia, expresó:
"...es un texto que viene de la nada, no aceptaremos ningún texto que no venga de los grupos de trabajo, que son los textos legítimos que se han estado negociando estos dos años".
"Hay un grupo de países que se creen superiores a nosotros los del Sur, los del Tercer Mundo..."
"...no nos extrañemos, no hay democracia, estamos ante una dictadura".
"...venía leyendo algunas consignas que hay en las calles pintadas por los jóvenes... Una: ‘no cambien el clima, cambien el sistema’... Otra: ‘si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado.’"
"Obama [...] recibió el Premio Nobel de la Paz el mismo día que envió 30 mil soldados a matar inocentes a Afganistán".
"Apoyo el criterio de los representantes de las delegaciones de Brasil, Bolivia, China, solo quería apoyar [¼ ] pero no me dieron la palabra..."
"Los ricos están destruyendo el planeta, ¿será que se van a otro cuando destruyan este?"
"...el cambio climático es sin dudas el problema ambiental más devastador de este siglo."
"...Estados Unidos llegará si acaso a 300 millones de habitantes; China tiene casi cinco veces más población que Estados Unidos. Estados Unidos consume más de 20 millones de barriles diarios de petróleo; China llega apenas a cinco o seis millones de barriles diarios. No se puede pedir lo mismo a Estados Unidos y a China."
"...reducir la emisión de gases contaminantes y lograr un convenio de cooperación a largo plazo [...] parece haber fracasado, por ahora. ¿La razón cuál es? [...] la actitud irresponsable y la falta de voluntad política de las naciones más poderosas del planeta."
"...la brecha que separa a los países ricos y pobres no ha dejado de crecer pese a todas esas cumbres y promesas incumplidas y el mundo sigue su marcha destructiva."
"...El ingreso total de los 500 individuos más ricos del mundo es superior al ingreso de los 416 millones de personas más pobres."
"La mortalidad infantil es de 47 muertes por cada 1 000 nacidos vivos pero en los países ricos es de solo 5."
"¿...hasta cuándo vamos a permitir que sigan muriendo millones de niños por enfermedades curables?"
"Dos mil 600 millones viven sin servicios de saneamiento."
"El brasileño Leonardo Boff escribió: ‘Los más fuertes sobreviven sobre las cenizas de los más débiles.’"
"Juan Jacob Rousseau decía... ‘Entre el fuerte y el débil la libertad oprime.’ Por eso es que el imperio habla de libertad, es la libertad para oprimir, para invadir, para asesinar, para aniquilar, para explotar, esa es su libertad. Y Rousseau agrega la frase salvadora: ‘Solo la Ley libera.’"
"¿Hasta cuándo vamos a permitir conflictos armados que masacran a millones de seres humanos inocentes con el fin de apropiarse los poderosos de los recursos de otros pueblos?"
"Hace casi dos siglos un libertador universal, Simón Bolívar dijo: ‘Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca.’"
"Este planeta vivió miles de millones de años sin nosotros, sin la especie humana; no le hacemos falta nosotros para que él exista, pero nosotros sin la Tierra no vivimos..."
Evo habló en la mañana de hoy jueves. Su discurso será también inolvidable.
"Deseo expresar nuestra molestia por la desorganización y por las dilaciones que existen en este evento internacional...", dijo con franqueza al inicio de sus palabras.
Sus ideas básicas:
"Cuando preguntamos qué pasa con los anfitriones, [...] nos dicen que es Naciones Unidas; cuando preguntamos qué pasa con las Naciones Unidas, dicen que es Dinamarca, y no sabemos quién desorganiza este evento internacional..."
"...estoy muy sorprendido porque solamente tratan de los efectos y no de las causas del cambio climático."
"Si nosotros no identificamos de dónde viene la destrucción del medio ambiente [...] seguramente nunca vamos a resolver este problema..."
"...están en debate dos culturas: la cultura de la vida y la cultura de la muerte; la cultura de la muerte, que es el capitalismo. Nosotros, los pueblos indígenas, decimos, es el vivir mejor, mejor a costa del otro."
"...explotando al otro, saqueando los recursos naturales, violando a la Madre Tierra, privatizando los servicios básicos..."
"...vivir bien es vivir en solidaridad, en igualdad, en complementariedad, en reciprocidad..."
"Estas dos formas de vivencia, estas dos culturas de la vida están en debate cuando hablamos del cambio climático, y si no decidimos cuál es la mejor forma de vivencia o de vida, seguramente este tema nunca vamos a resolverlo, porque tenemos problemas de vivencia: el lujo, el consumismo que hace daño a la humanidad, y no queremos decir la verdad en esta clase de eventos internacionales."
"...dentro de nuestra forma de vivencia, el no mentir es algo sagrado, y eso no lo practicamos acá."
"...en la Constitución está el ama sua, ama llulla, ama quella: no robar, no mentir, ni ser flojos."
"...la Madre Tierra o la Naturaleza existe y existirá sin el ser humano; pero el ser humano no puede vivir sin el planeta Tierra, y, por tanto, es nuestra obligación defender el derecho de la Madre Tierra."
"...saludo a las Naciones Unidas, que este año, por fin, ha declarado el Día Internacional de la Madre Tierra."
"...la madre es algo sagrado, la madre es nuestra vida; a la madre no se alquila, no se vende ni se viola, hay que respetarla."
"Tenemos profundas diferencias con el modelo occidental, y eso está en debate en este momento."
"Estamos en Europa, ustedes saben que muchas familias bolivianas, familias latinoamericanas vienen a Europa. ¿A qué vienen acá? A mejorar sus condiciones de vida. En Bolivia podía estar ganando 100, 200 dólares al mes; pero esa familia, esa persona viene acá a cuidar a un abuelo europeo, a una abuela europea y al mes gana 1 000 euros."
"Estas son las asimetrías que tenemos de continente a continente, y estamos obligados a debatir cómo buscar cierto equilibrio, [...] reduciendo estas profundas asimetrías de familia a familia, de país a país, y especialmente de continente a continente."
"Cuando [...] nuestras hermanas y hermanos vienen aquí a sobrevivir o a mejorar sus condiciones de vida, son expulsados, existen esos documentos llamados de retorno [...] pero cuando los abuelos europeos hace tiempo llegaban a Latinoamérica nunca eran expulsados. Mis familias, mis hermanos no vienen acá a acaparar ni minas, ni tienen miles de hectáreas para ser terratenientes. Antes nunca había visas ni pasaportes para que llegaran a Abya Yala, ahora llamada América."
"...si no reconocemos el derecho de la Madre Tierra, en vano vamos a estar hablando de 10 000 millones, de 100 000 millones, que es una ofensa para la humanidad."
"...los países ricos deben acoger a todos los migrantes que sean afectados por el cambio climático y no estarlos retornando a sus países como les están haciendo en este momento..."
"...nuestra obligación es salvar a toda la humanidad y no a la mitad de la humanidad."
"...el ALCA, Área de Libre Comercio en las Américas. [...] no es Área de Libre Comercio en las Américas, es un área de libre colonización en las Américas..."
Entre las preguntas que sugería Evo para un referéndum mundial sobre el cambio climático estaban:
"...¿Está usted de acuerdo con restablecer la armonía con la naturaleza, reconociendo los derechos de la Madre Tierra?..."
"...¿Está usted de acuerdo con cambiar este modelo de sobreconsumo y derroche, que es el sistema capitalista?..."
"...¿Está usted de acuerdo con que los países desarrollados reduzcan y reabsorban sus emisiones de gases de efecto invernadero?..."
"...¿Está usted de acuerdo en transferir todo lo que se gasta en las guerras y en destinar un presupuesto superior al presupuesto de defensa para el cambio climático?..."
Como se conoce, en la ciudad japonesa de Kyoto, en el año 1997 se firmó el Convenio de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que obligaba a 38 países industrializados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un determinado porcentaje con relación a las emitidas en 1990. Los países de la Unión Europea se comprometieron al 8%, y entró en vigor en el año 2005, cuando la mayoría de los países firmantes ya lo habían ratificado. George W. Bush, entonces presidente de Estados Unidos —el mayor emisor de gases de efecto invernadero, responsable de la cuarta parte del total de estos—, había rechazado el convenio desde mediados de 2001.
Los demás miembros de Naciones Unidas siguieron adelante. Los centros de investigación continuaron su tarea. Es evidente ya que una gran catástrofe amenaza nuestra especie. Quizás lo peor sea que el egoísmo ciego de una minoría privilegiada y rica pretenda lanzar el peso de los sacrificios necesarios sobre la inmensa mayoría de los habitantes del planeta.
Esa contradicción se refleja en Copenhague. Allí miles de personas están defendiendo con gran firmeza sus puntos de vista.
La fuerza pública danesa utiliza métodos brutales para aplastar la resistencia; muchos de los que protestan son arrestados preventivamente. Me comuniqué con nuestro canciller Bruno Rodríguez, que estaba en un acto de solidaridad en la capital de Copenhague, junto a Chávez, Evo, Lazo y otros representantes del ALBA. Le pregunté a quiénes estaba reprimiendo con tanto odio la policía danesa, retorciéndoles los brazos y golpeándolos repetidamente por la espalda. Me respondió que eran ciudadanos daneses y de otras naciones europeas y miembros de los movimientos sociales que demandaban a la Cumbre una solución real ahora para enfrentar el cambio climático. Me dijo, además, que a las 12 de la noche continuarían los debates de la Cumbre. Cuando hablé con él era ya de noche en Dinamarca. La diferencia horaria es de seis horas.
Desde la capital danesa, nuestros compañeros informaron que lo de mañana viernes 18 es peor. A las 10 de la mañana se suspenderá durante dos horas la Cumbre de Naciones Unidas y el Jefe del Gobierno de Dinamarca sostendrá un encuentro con 20 Jefes de Estado invitados por él a discutir con Obama "problemas globales". Así denominan la reunión cuyo objetivo es imponer un acuerdo sobre el cambio climático.
Aunque en la reunión participarán todas las delegaciones oficiales, sólo podrán opinar "los invitados". Ni Chávez, ni Evo, por supuesto, se encuentran entre los que pueden emitir su opinión. La idea es que el ilustre Premio Nobel pueda pronunciar su discurso preelaborado, precedido por la decisión que se adoptará en esa reunión de transferir el acuerdo para fines del año próximo en la Ciudad de México. A los movimientos sociales no se les permitirá estar presentes. Después de ese show, en el salón principal del evento proseguirá la "Cumbre" hasta su ingloriosa clausura.
Como la televisión transmitió las imágenes, el mundo pudo contemplar los métodos fascistas empleados en Copenhague contra las personas. Jóvenes en su inmensa mayoría, los manifestantes reprimidos se ganaron la solidaridad de los pueblos.
Para los jefes del imperio, a pesar de sus maniobras y sus cínicas mentiras, está llegando la hora de la verdad. Sus propios aliados creen cada vez menos en ellos. En México, como en Copenhague y en cualquier otro país del mundo, encontrarán la resistencia creciente de los pueblos que no han perdido la esperanza de sobrevivir.


Por Fidel Castro Ruz

jueves, diciembre 10, 2009

Uruguay: Mujica es presidente


Victoria: con el 96% de los votos escrutados, el candidato del Frente Amplio José Mujica fue elegido en el balotaje del domingo 29 de noviembre. Obtuvo 1.155.635 votos (53,00%); contra 935.819 (42,92%) del candidato del Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle. Hubo 89.011 votos ( 4,08%) en blanco y anulados, y 32.319 observados. El FAaccede así por segunda vez consecutiva al gobierno nacional. Ante una multitud Mujica resaltó que la victoria se debe al gobierno de Tabaré Vázquez y llamó a la unidad nacional.

Cuando en 1994 Mujica fue elegido diputado, nunca imaginó que llegaría a ocupar la presidencia de la República. Los puntos cardinales de la gestión del nuevo gobierno del Frente Amplio estarán regidos por el Programa que surgió del Quinto Congreso extraordinario Zelmar Michelini. El plan tiene como base cinco ejes temáticos: desarrollo, igualdad, integración, transparencia y seguridad. En materia de desarrollo se destaca fomentar el crecimiento de la economía, disminuir los impuestos indirectos, crear 200 mil nuevos puestos de trabajo, aumentar la inversión, apoyar el desarrollo productivo de bienes y servicios para transformar a Uruguay en Plataforma Logística de la Región, crear un Banco de Inversión con participación del Banco de la República e instituciones nacionales y extranjeras, implementar Planes Nacionales de Desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Biotecnologías y alcanzar las metas definidas para 2015 en materia de Energía. En el eje denominado Igualdad se pondrá énfasis en consolidar las políticas de seguridad social, extender el Plan Ceibal al sistema educativo público medio y secundario e impulsar un acuerdo nacional por el empleo juvenil, además de profundizar las políticas de equidad de género. En el plano de la Integración Regional se apuntará a “potenciar Unasur, continuando con la política de diversificación en materia militar, consolidando la región como zona de paz. Privilegiar la participación en el Consejo de Defensa Sudamericano como ámbito de intercambio. Continuar profundizando la coordinación con la comunidad internacional y participar activamente en los organismos creados con los países latinoamericanos”. Además, se buscará “mejorar el funcionamiento del Mercosur; aumentar el comercio exterior, consolidar la interconexión vial, ferroviaria y energética con los países de la región; perfeccionar la Zona de Libre Comercio y la Unión Aduanera; coordinar acciones en negociación multilaterales (OMC, G-20); y fortalecer los instrumentos financieros (Focem, Fondos de Garantía)”. Continuar el proceso de reforma del Estado será el desafío para el nuevo gobierno frenteamplista, con miras a acentuar el proceso de transparencia a partir de la aprobación de una ley de asignación de la publicidad oficial, reglamentar la Ley de Defensa Nacional, desarrollar instrumentos de monitoreo ambiental ciudadano para la protección de los recursos naturales y apoyar los plebiscitos de anulación de la Ley de Caducidad y el voto de los uruguayos en el exterior. En materia de derechos humanos, Mujica ha manifestado que respetará el resultado del plebiscito del 25 de octubre, cuyos votos no alcanzaron para anular la ley. En Seguridad Pública se plantea duplicar el presupuesto asignado, profundizar la política contra la violencia social, combatir la pasta base, reestructurar el sistema de privación de la libertad y consolidar el Plan Nacional Integrado para la represión del narcotráfico y el lavado de activos. José Mujica y el vicepresidente Danilo Astori coincidieron en la necesidad de sacar los grandes temas de la órbita partidaria y transformarlos en temas de Estado. “Ese proceso de pactos extra partidarios deberá ser consecuencia de acuerdos políticos para evitar la mera distribución de cargos”, manifestó Astori.

Hoja de ruta

José Mujica Cordano nació en Montevideo el 20 de mayo de 1934. Está casado con Lucía Topolanski, la senadora más votada en todo el país. Vive en su chacra de la zona rural de Montevideo donde cultiva flores y hortalizas. En su juventud, militó en una agrupación del Partido Nacional. Sin embargo, su primer voto fue para el socialista Emilio Frugoni. En los años 1960 se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (Mln-t). Participó en operativos guerrilleros y, al ser buscado por la policía, pasó a la clandestinidad. Durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco (Partido Colorado) comenzó a ejercerse la violencia de Estado contra los luchadores sociales y hubo una creciente oposición de sindicatos y gremios frente a sus políticas económicas. Su accionar guerrillero lo llevó a intervenir en asaltos, secuestros y en la “Toma de Pando” en 1969. Fue herido de bala en enfrentamientos. Lo apresaron cuatro veces y se fugó de la cárcel de Punta Carretas en dos oportunidades. Pasó casi 15 años de su vida en prisión. Fue uno de los “rehenes” del gobierno cívicomilitar, lo que significaba que sería ejecutado en caso de que su organización retomara las acciones armadas. Entre los “rehenes” estuvieron Raúl Sendic, líder y fundador del Mln-t, y Eleuterio Fernández Huidobro, actual senador. Luego del retorno a la democracia salió en libertad por la Ley de Amnistía. Pasados algunos años de la apertura democrática, dentro del Frente Amplio se creó el Movimiento de Participación Popular (MPP) con la integración del Mlnt. En 1994, Mujica fue elegido diputado y en 1999, senador. En las elecciones de 2004, el MPP se consolidó como la primera fuerza dentro del FA. El 1° de marzo de 2005, el presidente Tabaré Vázquez, lo designó como ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. Mujica abandonó el cargo el 3 de marzo de 2008 para regresar a su banca en el Senado. En diciembre de 2008, el Congreso Extraordinario “Zelmar Michelini” lo proclamó como candidato oficial del Frente Amplio para las elecciones internas de 2009 habilitando también a los otros cuatro candidatos propuestos: Danilo Astori, Daniel Martínez, Marcos Carámbula y Enrique Rubio. Los resultados del 28 de junio de 2009 lo proclamaron candidato a la presidencia. Luego de ganar las elecciones internas pronunció un discurso que pasará a la historia: “Finalmente la vida es una escalera infinita, pertenezco a una generación de viejos luchadores que alguna vez quisieron cambiar el mundo en el que vivían. Tuvimos que aprender y sufrir con muchas derrotas. No tengo cuentas para cobrarle a nadie, no tengo deudas. No seré parte de un gobierno que cultive el odio, nunca. Podré cultivar la pasión, la pasión hasta en los errores pero no siembro odio. No debo sembrar odio en una pequeña nación que necesita por encima de todas las cosas un horizonte en común… No uso corbata y me gusta la campera, pero no desprecio a los que les gusta el traje y la corbata. Pertenezco al mundo de los de abajo porque soy sencillo… Derrotados –esto se lo digo a los jóvenes– derrotados son los que bajan los brazos y dejan de luchar, el que lucha nunca es derrotado... pero si hay un grupo de paisanas y paisanos, y de amigos que luego de un entierro, que algún día habrá, levantan la bandera y comprometen su vida en una lucha eterna por el progreso humano, todas las derrotas estarán compensadas. Por eso compatriotas, por eso frenteamplistas, la vida es generosa, es hermosa a pesar de sus abdicaciones, de sus traiciones, de nuestras humanas derrotas, de los dolores que nos tocan por allí y por allá”.

Desde Montevideo, Georgina Rodríguez

lunes, diciembre 07, 2009

Casa del Alba: “puño organizado para la unificación de millones”


En pleno corazón de Buenos Aires quedó inaugurada el 3 de diciembre la sede de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, primera de una treintena que cubrirá todo el territorio nacional.
Mientras el sol se colaba entre los edificios, la gente iba llegando a la casona antigua que el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) tiene en la Avenida Independencia, a una cuadra de la amplia Nueve de Julio.
En el salón principal, preparado para la inauguración de la primera Casa del Alba en Buenos Aires, las fotos de los presidentes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América eran testigos de la apertura. De la escalera caracol colgaban las banderas de los países latinoamericanos y detrás de la mesa de los expositores, el rostro del Che Guevara acompañaba con su mirada penetrante y su amplia sonrisa. Hombres, mujeres, niños y niñas de las más diversas condiciones escucharon atentos la presentación, en una sala rebasada.
“Hace 5 años con sólo dos países (Cuba y Venezuela) nació el Alba”, comenzó su intervención Luis Bilbao, director de la revista venezolana América XXI y organizador de la apertura de las Casas del Alba en Argentina. “Con el triunfo de Evo Morales en Bolivia, ese país también se sumó al Alba. Luego se incorporó Nicaragua y en seguida adhirió Honduras. Ecuador apoyó el proyecto desde el inicio, aunque formalmente se sumó este año. Después llegaron Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y Las Granadinas. Paraguay y Granada participan como observadores”. En la actualidad 9 países integran el Alba. La suma de sus economías es la segunda en importancia en esta parte del hemisferio. El director de América XXI reseñó el programa de acción del Alba y sostuvo que la primera tarea de esta Casa (y de la treintena que se abrirán en todo el territorio nacional en los próximos meses), consiste en estudiar el contenido y la estrategia del Alba y salir a difundirlo a todo el país, para contrarrestar la manipulación informativa de los grandes medios.
Ante los asistentes, que escuchaban atentamente la historia del Alba, Bilbao afirmó que en este momento crucial de la historia se abren dos grandes vías: “la que nos propone el imperialismo a través del G-20 y la que nos ofrece el Alba”. Presente en la VIIª reunión de la Alianza, realizada en la ciudad boliviana de Cochabamba a mediados de octubre, recordó los acuerdos fundamentales que allí se firmaron: la puesta en marcha del Sucre (Sistema Único de Compensación Regional) y los convenios de complementariedad energética, sanitaria, cultural y comunicacional.
El Alba es hoy un escudo contra la amenaza constante de Estados Unidos sobre el continente y el mundo. Pese a los anuncios de los conglomerados mediáticos sobre la recomposición de la crisis, diariamente miles de personas son lanzadas a la miseria y a la desocupación. “Allí donde los gobiernos no se incorporen al Alba, los pueblos tienen que organizarse para hacerlo –enfatizó Bilbao. Tenemos que aunar fuerzas, sumar a millones y millones de personas para frenar la amenaza de guerra. La apertura de la Casa del Alba es un grito contra el imperialismo, un puño organizado para la unificación de un frente antiimperialista”, concluyó el director de América XXI ante los aplausos de los asistentes.
Luego fue el turno de Fabio Basteiro, legislador electo por Buenos Aires para Todos en Proyecto Sur y dirigente de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Basteiro hizo hincapié en la importancia de romper el bloqueo informativo impuesto por los grandes medios y en la necesidad de construir soberanía desde las bases del protagonismo popular. “Una Casa del Alba es para difundir, para conocer lo que hace la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, porque no se puede defender lo que no se conoce”, dijo el legislador quien llamó a trabajar por una sociedad sin explotadores ni explotados.
Desde Honduras llegó Berta Cáceres, integrante del Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas de Honduras (Copinh): “Tenemos la firmeza de que el 29 de noviembre triunfó la Resistencia: hubo un abstencionismo del 70%”. Cáceres aseguró que seguirán trabajando por instalar una Asamblea Constituyente en Honduras y por restituir a su presidente constitucional José Manuel Zelaya. Ante el público emocionado por la fortaleza de la joven hondureña, Cáceres dijo que los golpistas habían subestimado la capacidad de resistencia del pueblo. “Una de las razones del golpe fue la incorporación de Honduras al Alba. La militarización del continente responde al surgimiento de los procesos emancipatorios. El Alba debe ser un proyecto político estratégico”, aseguró la representante de Copinh. “Honduras ha sido un portavión de Estados Unidos porque ocupa un lugar geoestratégico en la región. Nuestra lucha es por este continente y por la humanidad”, concluyó Berta Cáceres.
Mientras un aire fresco y renovado entraba por las amplias ventanas de la casa, Carlos Chile, integrante del Movimiento Territorial de Liberación de Argentina (MTL) tomó la palabra: “Esta es una casa de la resistencia, es la puerta grande del Alba en nuestro país”. Luego fue el turno de Juan González, secretario de Integración Latinoamericana de la CTA. González puso el acento en la necesidad de que el Alba tuviera su capítulo argentino y asentara su base en los movimientos sociales, políticos y culturales. Los asistentes respondieron con aplausos y se prepararon para escuchar la deliciosa música caribeña del grupo venezolano-argentino Ensamble Tierra Sur. El público bailó al ritmo de joropos, valses y pasajes.
“La perspectiva del Alba hay que construirla todos los días. Nuestra patria es América”, afirmó Néstor Jeifetz, coordinador del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos, organización que trabaja desde hace décadas por el derecho al hábitat y a la ciudad. Jeifetz llamó a reconquistar la historia de lucha del movimiento obrero y de las organizaciones sociales y a la construcción de una sociedad en la que las relaciones sociales sean solidarias. También convocó a trabajar por la recuperación del patrimonio y de los recursos naturales. “Hay que recobrar el socialismo y la política. En manos del pueblo, la política es la palabra más hermosa”, concluyó su intervención el anfitrión de la flamante Casa del Alba.



Desde Buenos Aires, Inés Hayes