lunes, mayo 18, 2009

¿Solamente belleza interior?



-¿De verdad dices que les puedo gustar a los peruanos? ¡Es imposible! ¡Si yo soy distinta a ellos!
Así me decía hace unos años, una joven holandesa, rubia, sonrosada y de ojos azules.
Resulta divertido escuchar a los europeos que jamás han venido al Perú sorprenderse que aquí puedan ser considerados atractivos. Un amigo noruego me decía:
-Nadie en mi país pensaría que soy guapo. Allá soy simplemente un individuo cualquiera.
Lo lamentable es que esta predilección por las fisonomías nórdicas marcha a la par con el disgusto por su propia apariencia que sienten muchos peruanos.
Hace unas semanas, estaba dando una charla sobre este tema en Abancay y comentaba la obsesión de los publicistas peruanos de colocar personas blancas y rubias en sus anuncios.
-No hay que dejarse acomplejar por esas imágenes –comentó una de las asistentes-. Lo que se debe valorar es la belleza interior.
Al referirse a la “belleza interior”, la señora daba a entender que los andinos o mestizos, es decir todas las personas que se encontraban en la sala y ella misma, eran feos. Me hizo recordar cuando, en una reunión de profesores del norte de Lima, hablábamos sobre las tarjetas de fiestas de quince años, que siempre muestran chicas rubias, y una profesora indicó:
-Una chica morenita no debería poner esos dibujos. Puede colocar en la tarjeta a un cisne o una flor.
Es decir, un ave o una planta eran preferibles a la imagen de una chica de piel oscura.
-No es un tema de belleza interior –repliqué a la señora de Abancay-. Sino mas bien de romper nuestros estereotipos sobre la belleza exterior.
Esa misma tarde, realizamos la actividad Cuerazos Apurimeños en la Plaza Micaela Bastidas de dicha ciudad. Para mostrar que todos los abanquinos eran guapos o guapas, invitábamos a los transeúntes a tomarse fotos como si fueran modelos. Los integrantes del grupo musical Alborada se apartaron unos minutos de sus fanáticas, para sumarse a la actividad, que en Lima y Chiclayo ha llevado el nombre Cuerazos Peruanos.
En los últimos años, las actividades antirracistas no son tanto acciones de protesta frente a formas explícitas de racismo como las que en el 2004 realizamos ante algunos locales de Larcomar o para exigir que saliera del aire La Paisana Jacinta. El problema actual es enfrentar el racista que acecha dentro de cada uno de nosotros, que nos dice que nuestros rasgos nos hacen inferiores.
Por eso este año, en la conmemoración del Día Mundial contra el Racismo, el eje central fue la aceptación de uno mismo. La actividad tuvo un tono irreverente e irónico, desde el título: pensábamos llamarle Sábado Choleante (como Sábado Gigante) y finalmente quedó en Choloshow (como talkshow).
En sucesivas representaciones aparecía, de manera burlona, la discriminación en el empleo, en discotecas o en las playas de Asia. Después, en unos juegos, los participantes descubrían su grado de “choledad” en base a preguntas aparentemente tan inocentes como: ¿En tu casa guardan los frascos de mermelada para usarlos como vasos? ¿Apagan la luz de una habitación cuando está vacía?
Posteriormente, en una escenificación, un joven de rasgos andinos escuchaba un comercial que decía:
-“¿Quieres seguir la carrera que te abrirá todas las puertas? ¿Quieres tener éxito con las mujeres? ¿Estás harto que cuando sales a correr te detenga la policía? ¿Quieres entrar a una tienda por departamentos sin que te registren? ¡Sé blanco! y todos tus problemas se solucionarán.
El protagonista recibía entonces un “kit blanqueador”, que en realidad era una máscara blanca, con ojos azules, que apenas si le permitía ver.
-“Ya lo sabes. Si quieres triunfar, no seas tú mismo” –seguía el comercial, de manera corrosiva.
El escenario elegido era emblemático: ante los cholos más grandes de Lima, es decir, la pareja que se abraza en el Parque del Amor. Cuando Víctor Delfín elaboró esta escultura, muchos miraflorinos rechazaron lo que consideraban una estatua “fea”. Delfín señaló que intencionalmente había querido mostrar a una típica pareja que se encuentra en cualquier parque limeño. Ahora, veinte años después, los dos enamorados gigantes aparecen en postales y guías turísticas como parte de los atractivos de la ciudad.
Semanas después del Choloshow, se realizó en el auditorio de PromPerú el desfile de modas “Viva la Diversidad”, organizado por CEDAL, mostrando las creaciones de un grupo de señoras de San Juan de Lurigancho. El público aplaudía entusiasta a las modelos mestizas, andinas o negras, a una pareja de adultos mayores, a una señora con discapacidad.
Yo aplaudía también, mientras por dentro pensaba que este ya no era un desfile inclusivo ficticio, como los Cuerazos Peruanos o los Cuerazos Apurimeños: poco a poco, se va quebrando la creencia de que la mayoría de peruanos debemos conformarnos con la belleza interior… y esto, de verdad, es emocionante.

Wilfredo Ardito Vega

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